A pulso y boli bic




lunes, 24 de abril de 2017

Life is what happens to you while you're busy making other plans

Como una enredadera
te enmarañas en mi pelo
y me lías,
y me intrigas,
y me quejo.
Pero me gusta.
Soy curiosa
y tú eres música.
Como esa canción que nunca antes habías escuchado y te engancha
o como aquella que olvidaste y un día volvió.
Eso es inesperado,
tú eres impredecible.
Eres como el olor a lluvia
que te invade
y se te mete en los huesos,
pero siempre gusta.
Eres viaje.
Un día me dijiste que eras nómada
y tal vez sea cierto.
Yo lo que sé,
es que eres libre 
y eso es bonito.
Volvería a subirme a un autobús lleno de gente
sin tener ni idea de adónde va,
ni de adónde voy
incluso con una venda en los ojos.









sábado, 22 de octubre de 2016

¡!

https://apulsoybolibic.wordpress.com/

lunes, 3 de octubre de 2016

Neruda y su otoño

Te recuerdo como eras en el último otoño. 
Eras la boina gris y el corazón en calma. 
En tus ojos peleaban las llamas del crepúsculo. 
Y las hojas caían en el agua de tu alma. 

Apegada a mis brazos como una enredadera, 
las hojas recogían tu voz lenta y en calma. 
Hoguera de estupor en que mi sed ardía. 
Dulce jacinto azul torcido sobre mi alma. 

Siento viajar tus ojos y es distante el otoño: 
boina gris, voz de pájaro y corazón de casa 
hacia donde emigraban mis profundos anhelos 
y caían mis besos alegres como brasas. 

Cielo desde un navío. Campo desde los cerros. 
Tu recuerdo es de luz, de humo, de estanque en calma.
Más allá de tus ojos ardían los crepúsculos. 
Hojas secas de otoño giraban en tu alma. 

domingo, 12 de junio de 2016

Tres tristes tigres

La tristeza es siempre como una esponja,
absorbe el agua de la vida hasta hacerla morir.
Sentir el deseo y estrangularlo a un tiempo
es llenar el mar de piedras para intentarlo cruzar.
Cuando veas que no puedes soportar el vacío de la soledad,
si la fuerza sólo en tu saliva está, aprende a actuar.
Cuando sientas la necesidad,
no es bueno sólo dar de ti la parte amable y "que todo va bien".
Aprende a llorar.
Las marcas que deja la vida en la cara se ven,
las huellas que deja el amor en el corazón se leen.
Aprende a ver y a leer... 

 

sábado, 23 de abril de 2016

Consejo de supervivencia

No necesites a nadie.
Pero quiere.
Quiere mucho.
Quiere por encima de
tus posibilidades.

miércoles, 27 de enero de 2016

EADN

Ser es ser percibido, por eso sólo puedes conocerte a ti mismo a través de los ojos del otro. La naturaleza de nuestras vidas mortales se halla en las consecuencias de nuestras palabras y nuestros actos, que no cesan de retroalimentarse a través del tiempo. 



 

viernes, 9 de octubre de 2015

Testemuño dun esquecido

O tempo fuxía das presas, afogando co tictac do reloxo.
Namorara da quietude tan pouco presente no cotío. Loitaba nunha gaiola invisíbel, pedía socorro sen resposta. En van.
O tempo era demasiado efímero para que alguén se decatase da súa súplica. “Acougade!”, berraba con mágoa.
Pero era inútil.
Ninguén tiña tempo para o tempo.

viernes, 24 de abril de 2015

Rousseau

Desear no es querer. Se desea lo que se sabe que no dura. Se quiere lo que se sabe que es eterno



jueves, 16 de abril de 2015

Días grises

La habitación estaba oscura y en silencio. Y sin embargo el silencio se sumía en el caos. Soledad lloraba en una esquina apartada y vacía, no había nadie alrededor. Estaba sola. Sus llantos se ahogaban, atragantados por las lágrimas y silenciados por los gritos desesperados de Dolor. Dolor sufría siempre, sin descanso, su piel estaba llena de hematomas y heridas que nunca llegarían a cicatrizar. Nostalgia se encontraba, como siempre, sentada en el alféizar de la ventana contemplando el horizonte, con la mirada perdida en el infinito. Hacía mucho que había perdido la ilusión de sonreir como antaño y, desde entonces, vivía impasible, ajena al mundo en inmersa en sus recuerdos inexorables.
Hacía tiempo que todo había cambiado por allí. Un día, de repente, Alegría se fue, alegando que ya casi nada conseguía hacerla sonreir. Estaba harta de Odio y de Inquina, y, dejando únicamente una nota de despedida, desapareció. No tardó en seguir su mismo camino Camaredería, tras un enfrentamiento con Egoísmo en el que sintió que ya nunca podría tener un compañero en quien confiar. Poco a poco todos se fueron marchando: Esperanza, Ilusión, Cariño, Valor... Uno a uno todos fueron sintiendo que en la habitación no tenían cabida. Cogían el hatillo y huían, quien sabe adónde. Probablemente buscasen algún sitio donde su vida cobrase sentido de nuevo. Generosidad siempre decía que había mucha gente buena dispuesta a compartir con los demás, gente altruista. Amor estaba convencido de que, aunque el mundo se derrumbase, siempre habría alguien buscando cariño. Por ello, poco a poco, allí apenas quedaba nadie. Y los que quedaban, vivían aislados en su propio desamparo, ajenos a los demás.
Sin embargo, una pequeña olvidada se había resignado a abandonar su hogar, y permanecía hecha un ovillo contra la pared, con los ojos cerrados, abrazada a sus rodillas. Felicidad nunca había contemplado la posibilidad de marcharse. Ella quería que todo volviese a ser como siempre había sido. ¿Por qué de repente se formó el caos y llegó el desequilibrio? Testaruda como era, no podía dejar que aquello acabase por conquistarlo todo. Ella quería que todos fueran felices, como siempre habían sido. Quería que todo se tiñera de nuevo de color, que ya no se sintiese un frío gélido de esos que se calan en los huesos. Quería acabar con los llantos, con los gritos, con el desprecio; erradicar el horror, la desolación y los celos.
No obstante, hasta el momento, poco había conseguido y se encerraba en si misma buscando la forma de cambiar aquella situación, frustrada y atormentada, como quien nunca nadie hubiese pensado que ella podría llegar a sentirse. 
Al fin y al cabo, la felicidad tiene un precio. 

 

lunes, 13 de abril de 2015

Puntos de vista

Una vez, en una conferencia, el ponente contó un chiste. Todo el mundo se echó a reir. Un chiste buenísimo. Después de que todos se desternillasen, aplaudieron y se quedaron en silencio. El ponente volvió a contar el chiste una y otra vez, decenas de veces. Nadie reía, todo el mundo acabó enfadado. Finalmente, el hombre se calló y dijo "Si no sois capaces de reíros más de una vez con un chiste, ¿por qué lloráis una y otra vez por el mismo problema?" Y se fue.

domingo, 1 de marzo de 2015

Desenpolvando pergaminos.

Defino mi mente como un bosque. Sí, un bosque. Es amplia, en algunas partes es como si hubiese un camino definido y los árboles estuvieran perfectamente alineados abriendo paso a la senda, y en ellos se guardasen cada uno de mis pensamientos y mis recuerdos. En otras zonas no, sino que es todo lo contrario, todo se enmaraña y no hay claro que deje entrever una salida. En esta última es donde se juntan todos los miedos, las dudas, los nervios y los malos ratos; mientras que en la primera se agrupa todo aquello bueno que nos gusta recordar. Por supuesto todo lo bueno tapa a lo malo, sería un poco tonto llevarlo al fondo para no poder sacarlo cuando nos haga falta una sonrisa. Sin embargo tu mente es totalmente diferente a la mía a mi modo de ver. Tu mente es un castillo. Sí, un castillo inmenso, de hielo o de cristal. Si tu quieres puedes hacerla totalmente tuya sin que nadie sea capaz de advertir lo que estás pensando en un momento dado, como si hubiera una barrera infranqueable que la separase de todo lo demás; algo que para mí sería imposible dado que basta con mirarme para que alguna emoción aflore de mis ojos. Los corredores de tu castillo son largos y están llenos de puertas, secciones de tu vida, perfectamente clasificadas, alineando tus vivencias, tu modo de pensar y tus recuerdos; todo en un orden impoluto. Yo nunca he entrado ahí dentro, o eso creo. De cualquier modo a veces no es tan complicado saber lo que estás pensando o como te sientes. Tal vez yo no sea una profesional en la materia y no siempre acierte ni sepa en todo momento qué pasa por tu cabeza, pero no, no siempre ese hielo está totalmente pulido. Es inevitable que a veces se derrita un tanto, y para mí eso no es malo en absoluto. Estoy segura de que muchas de esas puertas están cerradas con llave, como muchos de mis árboles están fuera del alcance de cualquiera y no hay camino que lleve hasta ellos. Pero, ¿sabes? Hay algo de lo que estoy segura. Alguna de esas puertas de tu castillo lleva mi nombre, como en mi bosque también hay un sitio para ti. Puede que tras ellas se escondan cosas que conozco o que desconozco, recuerdos, momentos, no sé muy bien lo qué, pero sí, estoy segura de que yo ando por alguna parte de tu mente, por muy compleja que pueda llegar a ser. Y yo, mientras tenga claro eso, tengo claro que me perderé por tus pupilas; tal vez intentando salvar esa barrera que te envuelve, tal vez intentando llenar esos corredores con un poquito de mi ser. 

 

lunes, 3 de noviembre de 2014

3

Nuestra vida es como un calendario, como una pequeña agenda, repleta de fechas. Fechas de exámenes, fechas límite, fecha de viajes o de festejos, de visitas, de comienzo de vacaciones y de fin de éstas... Las hay mejores, y las hay peores. Hay gente capaz de recordarlas todas y hay gente que es un desastre para ellas.
Sin embargo, a mi parecer, hay fechas que no se olvidan. Fechas que evocan recuerdos y sonrisas, fechas grabadas en pulseras. También hay días especiales. Días pasados, pero que en el calendario son el mismo día. 
Hoy es una de esas casillas que se marcan en la agenda y cumplen los últimos requisitos citados. Antaño también llovía y hacía frío, no obstante, tal clima no suponía contratiempo alguno si lo comparamos con el del día de hoy. Cuánto me ha crecido el pelo desde entonces, a pesar de que sigo con la misma estatura. Cuánto hemos cambiado, y al mismo tiempo qué poco lo hemos hecho. Cuánto hemos pasado, tanto bueno como malo, y cuántas páginas en blanco podríamos cubrir escribiendo cada momento, cada detalle, cada pequeña cosita que nos ha hecho sonreír, llorar, desternillarnos de la risa o ponernos sentimentales a lo largo de todo este tiempo.
Cuántos nervios tenía, cómo me dolían las uñas de morderlas, cómo me costaba sostener una mirada sin que me ardiesen las orejas. Aún hoy me pongo nerviosa, me muerdo las uñas e irremediablemente a veces me sonrojo por tu culpa sin quererlo.
Cómo pasa el tiempo. Y qué feliz me siento de que pase a tu lado. Me gusta estar junto a ti, aunque de vez en cuando tengamos que salvar algún que otro contratiempo, aunque no todo sea fiesta y a veces las cosas no salgan del todo bien. Pero me gusta, me encanta, y no lo cambiaría por nada del mundo. Es genial vivir con un abanico de posibilidades jugando a nuestro favor, descubriendo cosas nuevas cada día sin entrar en una rutina que vuelva nuestras vidas monótonas. Es genial que tras tres años cotorreando día y noche todavía no se nos haya terminado la conversación, poder disponer del mundo entero para nosotros. Es genial acurrucarme a tu lado y quedarme dormida con la sonrisa más grande reflejada en la cara.
No estás leyendo nada que no sepas, nada que no hayamos hablado nunca, nada sorprendente. Pero una vez más, como tú me has dicho en más de una ocasión, tengo predilección por ponerme a escribir cuando hay algo por qué hacerlo. Tengo un cúmulo de emociones enredadas formando un nudo en la garganta que me incitan a sonreír y llorar, que me ponen morriñenta y al mismo tiempo me hacen sentir realmente afortunada, y que me dan ganas de querer más. Siempre quiero más, será que contigo soy muy ambiciosa.
Y hoy, después de tres años escribiéndote ocasionalmente por diferentes motivos pero a la vez con una misma intención, creo que decirte que te quiero un mundo se me queda corto. Lo que yo digo, nada que no sepas.






miércoles, 2 de julio de 2014

Historias para no dormir

Lo primero que recuerdo si rebusco en mis lagunas es el brillo tenue y anaranjado de las farolas, las vías del tren y una noche negra sin estrellas. Hacía calor, el aire estaba cargado y una humedad pegajosa se me metía en los huesos. Sin embargo, vestía mi chaqueta vaquera desgastada. A mi alrededor escuchaba las voces de la multitud, de amigos, compañeros y conocidos que murmuraban girando sobre sí mismos al igual que yo, pregúntandose qué era aquella sensación de angustia que les oprimía el pecho. Me sentía como si cientos de pares de ojos me observasen desde las esquinas de los callejones, desde los balcones, desde detrás de los árboles, y un sudor frío me resbalaba por la nunca, incrementando mi inquietud. 
El desencadenante de mi pesadilla fue un chaparrón. Sí, un aguacero que de pronto cayó en el centro de varios de mis amigos y de mí, en el área delimitada por el círculo que estábamos formando, sin salpicarnos gota alguna. Abrumados y boquiabiertos nos miramos entre nosotros con la incertidumbre reflejada en nuestros rostros. Dimos un paso atrás y el agua comenzó a caer con más fuerza. Una chica, a la que no logro ponerle cara, curiosa y sin vacilar, caminó hacia el lugar donde llovía en un intento de atravesarlo. Y entonces, pasó. El primero de muchos. En el centro de aquella circunferencia bordeada por zapatillas de deporte y sandalias, la muchacha empezó a retorcerse sin explicación alguna, chillando a la vez que se llevaba las manos al cuello, como empujadas por una fuerza invisible hasta que la asfixia ahogó sus gritos. Y se desplomó en suelo, inerte. En ese momento se inició el caos. Todos los ojos que creía sentir clavados en mi espalda se volvieron reales, o algo parecido. Siluetas ataviadas con trajes negros, algunas con máscaras y otras, a las que soy incapaz de ponerles cara, aparecieron entre nosotros. O mejor dicho, aparecían y desaparecían a su antojo desvaneciéndose en el aire. Se colocaban ante uno y, en un abrir y cerrar de ojos estaban tras de ti. Y, si a tus espaldas te encontrabas con aquellos entes, no podías escapar. La gente comenzaba a caer, muerta, ante mis ojos, y al mismo tiempo se me nublaba la vista. Veía a mis amigos correr en direcciones sin sentido y cómo les daban alcance y les llegaba su fin. Veía a parejas asustadas que se quedaban quietas en los rincones hasta que, en milésimas de segundo, ahogaban un grito para sellar sus voces en un silencio perpetuo. Mientras tanto, yo era incapaz de moverme. Temblaba, y al mismo tiempo sentía como una corriente eléctrica recorría todo mi cuerpo. ¿Sabes cómo son las luces de neón cuando van a fundirse? Yo era como esas luces, parpadeante, como si me fuese a apagar de un momento a otro. Luz, oscuridad, luz, oscuridad. Absorta ante aquella imagen, escuché mi nombre tras de mí, y se puede decir que reaccioné. En medio de un mar de cadáveres una chica rubia, bajita, me llamaba. Avancé hacia ella despacio, pensando que si tal vez caminaba sin llamar la atención, conseguiría llegar hasta a ella sin dejarme, literalmente, la vida en ello. Y, curiosamente, así fue. Cogí su mano y ambas la apretamos. Miramos a nuestro alrededor. Todo desierto. Ni una voz, nadie en pie. Corrimos. Corrimos todo lo rápido que fuimos capaces, conscientes de que cada paso podría ser el último. Llegamos hasta mi portal y rebusqué en el bolsillo las llaves, tomamos el ascensor, y una vez en mi casa bajamos las persianas y nos acurrucamos en un rincón de la entrada, abrazadas, asustadas. 
Sin embargo, si de algo estaba segura es que allí era muy improbable que alguien nos hiciera daño. Me había dado cuenta de que estábamos en un tablero, un tablero inmenso donde todos éramos las fichas. Y, todos sabemos que en muchos tableros, toda ficha tiene su "casa", su lugar donde es inmune a ser comida o pillada. Pero ser inmune no significa estar a salvo, ya que ambas estábamos a merced de nuestros miedos, el temor nos invadía, la soledad nos atacaba. Podíamos quedarnos ahí, para siempre, ocultas del peligro. Moriríamos de hambre, de frío o de pena, pero de cualquier manera todas esas opciones eran mejores que morir asesinadas a manos de algo que ni siquiera sabíamos qué era. Supongo que el destino no quería ser tan benévolo con nosotras.
Escuchamos voces en la calle, alguien gritaba nuestros nombres. Si alguien quedaba con vida allí abajo, en aquel cementerio de inocentes masacrados, ninguna de las dos íbamos a dejarlo perecer entre el olor a putrefacción y el desanhelo. Recuerdo escuchar a mi amiga decir algo, no obstante, no sabría decir el qué. Nos fundimos en un abrazo y abrí la puerta.
Y en ese mismo instante preferí no haberlo hecho nunca. Ahí estaba, ante nosotras, en el rellano, una figura alta, esbelta, con su traje negro y una máscara diabólica que invitaba a perder el habla. Escuchábamos su respiración pausada, amenazante. No podría decir si pasó un segundo o un año, pero, al vernos con la imposibilidad de coger el ascensor, echamos a correr por las escaleras. Y en ese momento pasaron demasiadas cosas. Me apagué. El neón terminó de fundirse, y me invadieron las más oscuras tinieblas. Al mismo tiempo que mi luz se evaporaba, mi acompañante soltó un grito ahogado y cayó en mis brazos. El mundo se vino abajo a mi alrededor, todo era negro. No sabía qué diantres había pasado, por no saber, ni siquiera sabía si yo seguía viva o muerta. Me sentía transparente e invisible y tenía un cadáver en mis brazos. De cualquier forma, ya no tenía sentido asustarme, ni chillar. Ya nada tenía sentido.Y en ese momento, desperté.


viernes, 13 de junio de 2014

¡!

Si vienes a buscar algo aquí es porque me conoces. Felicidades otra vez, monstruito.


jueves, 15 de mayo de 2014

Feliz cumpleaños

A ti, que sé que merodeas por aquí desde el inicio de los inicios. Supongo que sería más rápido felicitarte por WhatsApp, pero sabes que me gusta hacer las cosas con cierto significado. Como tú mismo me dijiste hace una semana, me voy dando cuenta de que nuestra felicitación de cumpleaños se hace más corta y no por ello menos viva. Creo que después de todo este tiempo, de todos estos años y de todos los momentos, no es necesario que ninguno de los dos digamos nada porque lo sabemos absolutamente todo. Gracias por estar a mi lado y dejarme estar al tuyo, por cuidarme y por dejarme cuidar de ti, por hacerme reír, por contar conmigo y por no fallarme nunca. Gracias por conocerme como a una hermana y no dejar de darme tus consejos aunque sean maquillados de estupideces que me hacen reír. Espero seguir felicitándote cada año durante muchos años y tengo muy claro que la distancia no va a resultar impedimento alguno, porque no te vas a librar de mí. Prepárate para el verano de nuestras vidas, porque te recuerdo que ya hace algún tiempo quedamos en irnos de cámping a la playa para ir a un barco-discoteca y emborracharnos hasta que salga el sol. Te quiero un mundo. 

 
PD: Sé que es una foto repetida pero te jodes. Deja de darle tanto al disparador y ponte de vez en cuando ante el objetivo.

sábado, 26 de abril de 2014

The sound of silence

Hola, oscuridad, mi vieja amiga,
he venido a hablar contigo otra vez 
porque, una visión, deslizándose suavemente, 
dejó sus gérmenes mientras estaba durmiendo;
y la visión sembrada en mi cerebro aún continúa 
dentro del sonido del silencio. 
En sueños interminables paseaba solo 
por estrechas calles adoquinadas,
bajo el halo de una farola 
me levanté el cuello por el frío y la niebla, 
y mis ojos fueron heridos 
por el destello de una luz de neón 
que hendió la oscuridad 
y alcanzó el sonido del silencio. 
En la desnuda luz vi 
diez mil personas, o puede que más; 
la gente charlaba sin hablar, 
la gente oía sin escuchar, 
la gente escribía canciones 
que ninguna voz compartiría. 
Nadie se atrevía
a romper el sonido del silencio. 
«¡Bobos! –les dije–, no sabéis 
que el silencio crecerá como un cáncer. 
Escuchad las palabras que podría enseñaros,
tomad los brazos que podría extender hacia vosotros». 
Pero mis palabras cayeron 
como silenciosas gotas de lluvia 
que resonaron en el pozo del silencio. 
Y la gente se arrodilló y rezó, 
convirtiendo al neón en su dios. 
Y el letrero emitió su mensaje 
con las palabras de que estaba formado. 
Y el letrero decía: 
«Las palabras de los profetas 
están escritas en las paredes de los metros 
y de las chabolas». 
Y susurradas en el sonido del silencio. 

 

miércoles, 16 de abril de 2014

Fix you

When you try your best, but you don't succeed. When you get what you want, but not what you need. When you feel so tired, but you can't sleep, stuck in reverse. When the tears come streaming down your face. When you lose something you can't replace. When you love someone, but it goes to waste. Could it be worse? 
Lights will guide you home and ignite your bones. And I will try to fix you
High up above or down below. When you too in love to let it go. If you never try you'll never know just what you're worth.
Lights will guide you home and ignite your bones. And I will try to fix you
 
 

martes, 15 de abril de 2014

My empire of dirt

La habitación era un cubo, un cubo negro de aristas perfectas. Las paredes, cristaleras translúcidas que daban a un mundo gris, y, sin embargo, cualquiera preferiría ese mundo gris a estar envuelto en tinieblas. ¿Cuál es la peor sensación para el ser humano? ¿El dolor, el arrepentimiento, los remordimientos, el sufrimiento, la soledad? Quién sabe, tal vez en ocasiones todas esas emociones se junten formando un auténtico instrumento de tortura. En la habitación hacía frío y el silencio se volvía el grito más ensordecedor. En la habitación sonaban todas las canciones tristes al unísono. En la habitación gritabas y nadie te escuchaba; temblabas, y nadie te arropaba; llorabas, y nadie secaba tus lágrimas. ¿Qué haces cuando te sientes solo en medio de la multitud? En la habitación te envolvían tus errores, te inundaban los recuerdos más amargos, te abandonaba la ilusión. ¿Quién te cuida cuando necesitas que alguien lo haga? En la habitación revoloteaban las pesadillas más horribles, se escuchaban los réquiems más tristes, salían todos los demonios de tus interiores más oscuros. ¿Cómo deshacer los nudos en la garganta que se forman antes del llanto? En la habitación siempre era de noche, siempre parecía invierno, la lluvía parecía calarte el pecho. En la habitación, no había nada. Y, a veces, la nada es lo que más duele.


jueves, 10 de abril de 2014

Let your memories grow stronger and stronger.

Ser feliz,
ser feliz porque sí, porque respiro,
y porque tú respiras.