Defino
mi mente como un bosque. Sí, un bosque. Es amplia, en algunas partes es
como si hubiese un camino definido y los árboles estuvieran
perfectamente alineados abriendo paso a la senda, y en ellos se
guardasen cada uno de mis pensamientos y mis recuerdos. En otras zonas
no, sino que es todo lo contrario, todo se enmaraña y no hay claro que
deje entrever una salida. En esta última es donde se juntan todos los
miedos, las dudas, los nervios y los malos ratos; mientras que en la
primera se agrupa todo aquello bueno que nos gusta recordar. Por
supuesto todo lo bueno tapa a lo malo, sería un poco tonto llevarlo al
fondo para no poder sacarlo cuando nos haga falta una sonrisa. Sin
embargo tu mente es totalmente diferente a la mía a mi modo de ver. Tu
mente es un castillo. Sí, un castillo inmenso, de hielo o de cristal. Si
tu quieres puedes hacerla totalmente tuya sin que nadie sea capaz de
advertir lo que estás pensando en un momento dado, como si hubiera una
barrera infranqueable que la separase de todo lo demás; algo que para mí
sería imposible dado que basta con mirarme para
que alguna emoción aflore de mis ojos. Los corredores de tu castillo
son largos y están llenos de puertas, secciones de tu vida,
perfectamente clasificadas, alineando tus vivencias, tu modo de pensar y
tus recuerdos; todo en un orden impoluto. Yo nunca he entrado ahí
dentro, o eso creo. De cualquier modo a veces no es tan complicado saber
lo que estás pensando o como te sientes. Tal vez yo no sea una
profesional en la materia y no siempre acierte ni sepa en todo momento
qué pasa por tu cabeza, pero no, no siempre ese hielo está totalmente
pulido. Es inevitable que a veces se derrita un tanto, y para mí eso no
es malo en absoluto. Estoy segura de que muchas de esas puertas están
cerradas con llave, como muchos de mis árboles están fuera del alcance
de cualquiera y no hay camino que lleve hasta ellos. Pero, ¿sabes? Hay
algo de lo que estoy segura. Alguna de esas puertas de tu castillo lleva
mi nombre, como en mi bosque también hay un sitio para ti. Puede que
tras ellas se escondan cosas que conozco o que desconozco, recuerdos,
momentos, no sé muy bien lo qué, pero sí, estoy segura de que yo ando
por alguna parte de tu mente, por muy compleja que pueda llegar a ser. Y
yo, mientras tenga claro eso, tengo claro que me perderé por tus
pupilas; tal vez intentando salvar esa barrera que te envuelve, tal vez intentando llenar esos corredores con un poquito de mi ser.