Cada vez pienso que el tiempo pasa más rápido, que no se detiene ni se para a esperar por nada ni nadie. Nos hacemos mayores, con todo lo bueno y malo que eso conlleva, queramos o no, crecemos. No sé si alguien planeó hace cinco años que te cruzases en mi vida, si fue causa de un destino en el cual no creo, o si simplemente fue una casualidad. Sea lo que fuere, puedo decir sin dudar un solo segundo, que conocerte fue una de las mejores cosas que me han pasado en la vida. No tiene mucho sentido que te repita lo que te llevo diciendo año tras año, ya que sé de sobra que lo sabes todo, que te he contado y confesado todo hasta el más mínimo detalle, y, en caso de que se me haya escapado alguna cosa, tú me conoces lo suficiente como para intuirla.
A veces me gustaría retroceder un par de años, volver a ser un poquitito más niña, con menos preocupaciones ni comeduras de cabeza, quedando como siempre a las cinco en la daisy incluso los domingos, ¡los domingos! Qué lejano suena eso, viéndonos ahora yendo los viernes a estudiar a la biblioteca, haciendo exámenes por la tarde e incluso quedándonos algún fin de semana sin salir.
A decir verdad no siempre todo ha sido bueno, a pesar de que nunca, nunca, nunca, ha habido un roce entre nosotros, ni una palabra más alta que otra, ni un solo golpe de voz. Pero no siempre todo va bien, por un motivo o por otro. Todos tenemos problemas, días malos, ambos nos equivocamos. Y es en esta parte donde más tengo que agradecerte todo lo que has hecho y haces por mí. Agradecerte que nunca me hayas soltado la mano, que siempre me hayas dicho las cosas como son y no como me gustaría que fuesen, por decirme que frenase cuando debía hacerlo, por impedir que chocase, por secarme las lágrimas, por sacarme sonrisas, por darme un abrazo cuando más lo necesitaba, por llamarme sin importar la hora, por intentar que siempre estuviese bien. En serio, de corazón una vez más te doy las gracias, no sé cuál es la mejor manera para agradecértelo, pero sabes que haré todo lo que esté en mi mano, que puedes contar conmigo, que intentaré no fallarte nunca, que seré tu sombra si necesitas que lo sea, tu mano derecha, o simplemente alguien con quien hablar.
Como bien dices, no sé qué pasará dentro de un año y medio, qué será de ti y sobre todo de mí, porque tú al menos tienes una mínima idea de lo que quieres, y yo estoy perdida en una nada que no me ayuda a aclararme. Lo que sí que tengo claro es que pase lo que pase, vayamos donde vayamos, no me voy a olvidar de ti, ni de nosotros, ni de cada uno de los momentos que hemos pasado juntos. Aunque dicho así, queda demasiado dramático, y tampoco es eso, porque al fin y al cabo ambos volveremos de vez en cuando por aquí, y quién sabe si incluso compartiremos la cola del paro. Suceda lo que suceda, para mí siempre vas a ser tú, mi mejor amigo, el que me gustó cuando era una enana, el que se tira conmigo por el río en flotador, el que hace tantas y tantas cosas por mí. Eso siempre, no te cambio, ni se te ocurra pensarlo.
Esto en teoría sería una felicitación por tu cumpleaños, pero ya sabes que desde París… de todas maneras creo que tus diecisiete han quedado bien celebrados. Así que esto no es una felicitación, no es nada en concreto, pero quería decírtelo, recordártelo. No lo olvides, sé que no lo haces. Te quiero mucho.
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