Normalmente, por norma general, la mayoría de la gente busca destacar y se reconocida por algo a lo largo de su vida. Qué menos que un patinador profesional quiera ser el mejor entre sus rivales, que la ambición de un erudito sea descubrir algo que nadie ha descubierto todavía. Sin embargo, a pesar de que el porcentaje de personas con tales propósitos es muy alto, existe uno más reducido, casi invisible. Y es que no a todos nos gusta destacar. A mí no me gusta. Me gusta pasar desapercibida, prefiero resultarle indiferente a la mayoría de la gente. Así nadie espera nada de mí, nadie me presiona, no me envuelvo en asuntos ajenos, no tengo por qué obedecer a la norma general. Pero, aparte de todas estas razones, si por un motivo quiero ser pequeña en un mundo de gigantes, es para que solo aquellos que se paran a mirar con detenimiento a su alrededor, vean mi sonrisa. Para que la vean sólo aquellos que le den importancia también a lo más insignificante.
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