La gente suele ser como un libro abierto, al menos la mayoría. No es difícil percibir sus sentimientos ni averiguar sus emociones, aunque supongo que es cierto que conozco alguna que otra excepción.
A veces una mirada transmite lo que las palabras quieren ocultar, un gesto dice mucho más en ocasiones. En ocasiones yo percibo esos gestos, incluso sin necesidad de las miradas. No siempre son buenos. Y creo que si hay algo peor que sentir dolor, es sentir el dolor ajeno. La impotencia que te invade, el alma que se te encoge en un momento, no es algo que puedas evadir por ti mismo si no eres capaz de calmar las sensaciones turbias de otra persona. Qué fácil sería todo ignorando todo lo que nos rodea. Qué fácil sería ser de piedra. Y sin embargo aquí nadie se libra de ser totalmente humano.
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