Adoro los yogures de limón, son mi perdición. Podría comerlos sin cansarme hasta hartarme. También me gustan los abrazos, me gusta que me los den porque siempre me ha cortado mucho darlos yo; me encantan los besos en el cuello, las caricias en la espalda, los "tequieros" bien bajitos y la crema catalana. Me conquista el sonido de una guitarra acústica, me pierde el tácto de las sábanas en las piernas y mi gran sueño es ver el Circo del Sol. No me gustan los finales demasiado felices, pero tampoco los trágicos, he llorado con Titanic pero no me ha ilusionado demasiado. Se me dan fatal las mates y sin embargo no las detesto. Mi mente es un verdadero caos, o al menos lo parece. También me gusta mi caos.
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