Puedes tener toda la confianza del mundo con una persona que siempre va a haber algo que no te atrevas a decirle. Llámalo orgullo, miedo, vergüenza; llámalo como te dé la gana, pero siempre va a haber algo que impida que lo sueltes por mucho que quieras hacerlo. Soy ejemplo, todos somos ejemplo de ello. Sabes, o deberías saber, que aparte de todo lo que conoces, detrás de todo eso por mi parte hay mucho más. Más en diversos temas, personas y sentidos, pero me centro en ti porque... bueno, porque sí, qué coño. Y podría escribirte un libro con un croquis detallado del conjunto de ideas, sentimientos, opiniones y emociones que muchas veces me guardo, podría decirte cosas que jamás diría alguien como yo. Sí, podría. No es que no quiera, te aseguro que no es eso, pero todo ese cúmulo de sensaciones está tan adentro que es difícil de sacar. Puede que algún día, si reúno todo el valor necesario, sí que lo haga y, si tú quieres, salgan de mi todas esas cosas que por el motivo que sea no consigo expresar y que se habla de ellas en las películas americanas definiéndolas como "hormigueo en el estómago". Tal vez, ignoro lo que pueda pasar. Ganas te juro que no me faltan y en más de una ocasión hubiera hablado sin dudar, esperando temblando como un flan que al final de echarlo todo fuera sonrieras y pudiera volver a sentir correr la sangre por las venas después de explotar. Como te he dicho, no es que no tenga intenciones; no obstante, doy fe de que en muchos casos, los miedos pueden a las ganas.
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