Lo tenías todo para ser feliz: unos amigos geniales, unas notas muy buenas y alguien que realmente te quería. Y un buen día tropezaste con el pie izquierdo al levantarte y decidiste tirarlo todo por el váter.Te quedaste sin nada, adiós amigos y adiós al posible amor de tu vida; no intentes negarlo, te quedaste solo. Sinceramente me parece que no eres el más indicado para juzgar los defectos de los demás ni para presumir de cosas que hace mucho perdiste y ahora haces como si apenas te importara. La vida siempre ha sido como un juego y llegará un momento en el que te encuentres sin nadie en el medio de la gran ciudad donde no serás capaz de reconocer el tablero. Tendrás que valerte por ti mismo y aprender que aquí no gana el que más tiene ni el que más guay parece. Llegará un punto donde no podrás comprar la felicidad y se te hará demasiado difícil tapar todo eso que te acojona y quieres evadir. Llegados a ese punto te darás cuenta de que no podrás ir por ahí juzgando a la gente y es prácticamente lo que llevas haciendo tanto tiempo. Y con cuarenta años irás al supermercado y el cajero será aquel con el que te metías de pequeño; pedirás cita en el médico y el doctor será ese que un día fue tu mejor amigo y lo dejaste de lado; y te venderá la hipoteca esa primera novia que tanto dio por ti. Te sentirás solo, muy solo, te lo aseguro. ¿Y sabes lo que pasará entonces? Jaque mate, amigo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario