Cuando me vaya a la universidad, me iré a una ciudad con playa. Concretamente, a la tuya. No por ti, sino porque allí es donde está mi carrera. Compartiré piso con otras dos chicas, me alimentaré de comida basura y estudiaré como una enferma. Un día de invierno me iré sola a pasear por la playa para despejar. Llevaré unos vaqueros, unas converse gastadas y una sudadera con gorro y bufanda. Llevaré las manos en los bolsillos y después de caminar por la arena húmeda subiré al paseo marítimo. Entonces te veré acercarte a lo lejos, puede que camines solo, con amigos, o con una chica preciosa; eso realmente no lo sé. Ambos nos sorprenderemos mucho, pero nos reconoceremos y nos pararemos. Nos daremos dos besos y un abrazo y nos diremos que cuánto tiempo ha pasado. Nos preguntaremos qué tal nuestras vidas. Tú me dirás que también estás estudiando, que sigues amando la música y que eres feliz. No sé tampoco si me dirás que has encontrado a la chica de tu vida y ahora eres el hombre más afortunado en el mundo o si por el contrario me contarás que estás soltero porque no te ha ido bien en el amor. Yo te diré que tardé en hacerme a la idea de que no estabas, que tuve alguna que otra relación. Tras haber hablado un rato cada uno volveremos a nuestras casas. Yo me tiraré en la cama porque no dejaré de darle vueltas al simple hecho de haberme encontrado con aquel que un día fue la persona más importante de mi vida. Volveré por el paseo otros días para ver si por casualidad volvemos a cruzarnos, sin éxito. Hasta que un día, cuando esté el cielo totalmente cubierto, cuando ya se vaya a hacer de noche, yo vuelva tarde a casa por quedarme estudiando en la facultad. Llevaré una carpeta debajo del brazo, el invierno todavía no habrá terminado. Entonces, de repente, nos tropezaremos y se me caerá al suelo. Me ayudarás a recogerla y no me daré cuenta de que eres tú hasta que nuestras manos se encuentren al coger el último papel accidentado. Nos miraremos, me sonrojaré y sonreirás tímidamente porque no sabrás que decir. Un encuentro breve, nos diremos adiós al instante. Pero justo cuando yo empiece a caminar de nuevo pronunciarás mi nombre de esa forma que tantos años antes, cuando solo era una niña, me enamoró. Me pararé en seco y me temblará todo el cuerpo. Me giraré despacio y en décimas de segundo echaré a correr toda la distancia que nos separa, por poca que sea. Me tiraré a tus brazos y tú me acogerás entre los tuyos. Y nos besaremos. Nos besaremos como años antes, sin importarnos todos los días del pasado que hemos dejado atrás. Sin importarnos que antaño lo nuestro era imposible y que no quedó más remedio que aprender a vivir el uno sin el otro. Sin importarnos la posible chica de tus sueños y mis posibles relaciones. Y es que te aseguro que por mucho que haya en nuestra contra, que no es poco, si tuviera la oportunidad de dejarlo de nuevo todo por ti, no me lo pensaría dos veces.
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