Aquí yo misma, montando en las atracciones de los niños pequeños; me gusta el helado cuando ya está un poquito derretido; me río si una palabra me hace gracia; no aguanto que me miren a los ojos. Por las noches, cuando se van los niños, asalto los columpios y bajo por el tobogán; me tiro en los montones de hojas en otoño y siempre gano en las batallas de bolas de nieve. Júzgame, ríete, búrlate, me da igual. Puedes sacarme mil defectos que yo te enseño mil y una cosas buenas. Seré tonta, seré niña, infantil, inmadura, inocente, ignorante, seré lo que quieras. Pero mírame, ante todo y sobretodo, soy yo. Esa que un día a su vez fue tuya, toda tuya. Esa que aunque no lo parezca, sigue adelante, que ha aprendido a levantarse. Ni cojeo ni tengo moratones, corro más rápido que nunca. Creo incluso, que con tus heridas, me has hecho aprender a volar. Y al bajar del tobogán, si quieres que te cuente un secreto, siempre alzo las alas.
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