No nos conocemos demasiado, sinceramente, tampoco tengo interés en hacerlo. Creo que nunca hemos cruzado más de dos palabras cuando nos hemos cruzado alguna vez por la calle. Supongo que dadas las circunstancias debería odiarte, despreciarte, repugnarte y blablabla. Ganas no me faltan, pero si te digo la verdad, no sería capaz aunque me lo propusiera. Te considero afortunada, ahora el tesoro que antes era mío es totalmente tuyo; sus besos son para ti, prácticamente tú eres su única razón de ser. También debería envidiarte, pero sobretodo eso es lo que menos hago. Porque antes de llegar tú era yo la afortunada. Porque antes de robarle tú esos besos, él me los quitaba; porque todos esos tequieros, un día él me los susurraba al oído con una voz que enamoraba; porque yo también he vivido junto a ese que hoy camina de tu mano momentos totalmente especiales e irrepetibles. Es totalmente obvio que nunca encajaremos tú y yo, razones no nos faltan. Pero cuídalo. Yo ya no tengo el derecho ni el privilegio de poder hacerlo. Asegúrate de que es feliz junto a ti y de darle todo lo que se merece; defiéndelo si se mete en algún problema; hazle regalos por su cumple, navidad y san valentín. Y sobretodo y ante todo, ámalo como si te fuera la vida en ello, porque por lo menos, si lo haces, yo, de lejos, podré verlo sonreír.
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