Dicen que cuando uno se siente bien, el tiempo pasa más deprisa. Han sido tres meses, los mismos que esperamos todos los años como locos. Tres meses que han volado en un instante, llenos de momentos, de risas y también de alguna lágrima. Tres meses con detalles suficientes para escribir un cuento de verano. Otro verano. El número quince. Un verano inolvidable y único, con las personas que me hacen sonreír día a día. Unas vacaciones de viajes, campamentos, tardes en terrazas y en la piscina, noches de fiestas, algún enfado estúpido y muchas, muchas, tonterías. He estado con las personas que más quiero y he conocido a otras que se han hecho un huequecito en mi corazón, nuevos amigos, cerca y lejos, algún chico especial. Muchas canciones, bailes, bromas, abrazos, besos, caricias, idioteces, niñerías. Tiempo para disfrutar. Una obra dividida en tres actos: junio, julio y agosto. Y hoy, quince de septiembre, con alguna nube en el cielo y un calor agobiante, es hora de cerrar el telón. Pero al fin y al cabo, todas estas cosas, no habrían sido posibles sin vosotros. Gracias por este verano inolvidable. Muchísimas gracias.
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