Llueve a cántaros, y no me gusta la lluvia. Sin embargo me relaja el repiqueteo de las gotitas en el cristal de la ventana. Podría pasarme horas así, escuchando el leve "clop-clop" que no cesa, con los ojos cerrados, recostada sobre la pared. Porque a veces, el silencio, dice mucho más que las palabras.
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