Pisando despacito con cuidado de no hacer ruido ni levantar sospechas. Me deslizo por un pasillo a oscuras que por la noche atormenta, escuchando únicamente el leve "frzz-frzz" de los calcetines contra la baldosa. Sintiendo frío sin la presencia de mis mantas calentitas, llego a mi destino y me detengo, satisfecha de mi trabajo. Lentamente, abro y una luz por un instante me ciega, acostumbrada a la escala de grises que presenta la noche. Sí, ahí está, totalmente a mi alcance. Lo cojo con la más delicada de las delicadezas y me siento en el suelo, de piernas cruzadas, con la espalda contra la pared, cubriéndome de toda culpa. Así, en silencio, más a tientas que otra cosa, misión cumplida. Los dedos manchados de chocolate y virutas en mi boca son la prueba delatora. Mmm, chocolate, dulce chocolate. Nada mejor para hacer una escapadita de madrugada, nada mejor para sentirse de vez en cuando una cría.
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