Mmm, cinco minutos más. Se está tan bien entre las sábanas... Bueno no, venga, va siendo hora ya. Dios mío, qué pelos, qué cara, qué pintas. En fin, ¿qué más da? Aquí solo estoy yo, así que da igual, todos nos hemos sentido orco alguna vez. Qué hambre, me haré una tostada, la engulliré y me pondré manos a la obra. Madre mía, matemáticas, nunca dejarán de atravesárseme, pero es lo que toca. ¡Mierda, mierda, mierda! ¡La tostadora! Uf, menos mal. Venga, venga, traga, más rápido. Bien, ya, estoy lista. Mente, ni se te ocurra desviarte, no me puedes fallar. Concéntrate, estudia, razona, memoriza y practica. Así, perfecto. Buf, se notan las horas, poco a poco vuelan. Bien, descansaré un rato. Me daré una ducha. ¡Ay, que frío! Odio quitarme la ropa en invierno pero... mmm, ¡qué gusto estar bajo el agua calentita! Así, mucho mejor. Me visto, me envuelvo en la bata y, zas, venga, no puedo parar. Seguiré con mates, uuh, que plan tan genial. Y fuera, hace sol. Qué rabia. Yo podría estar por ahí, haciendo el tonto, mi rutina diaria. Pero no. Hoy no, hoy toca ser responsable. Hoy toca hacer las cosas. De vez en cuando, todos nos vemos obligados a hacerlas.
Que bonito, el texto y la foto ni te cuento :)) jejeje
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