A pulso y boli bic




lunes, 23 de diciembre de 2013

miércoles, 27 de noviembre de 2013

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"Pregúntale qué añora y en qué piensa cuando llora, pregúntale si el tiempo cambia o sigue lloviendo"


sábado, 23 de noviembre de 2013

If you're afraid

Nadie puede guardar toda el agua del mar en un vaso de cristal. Cuántas gotas tienes que dejar caer hasta ver la marea crecer. Cuántas veces te ha hecho sonreir, esta no es manera de vivir. Cuántas lágrimas puedes guardar en tu vaso de cristal. Cuántos golpes dan las olas a lo largo de un dia en las rocas, cuántos peces tienes que pescar para hacer un desierto del fondo del mar. Cuántas veces te han hecho callar, cuánto tiempo crees que aguantarás. ¿Cuántas lágrimas vas a guardar en tu vaso de cristal?


miércoles, 20 de noviembre de 2013

¡!

Al ritmo de una música suave giraba sobre sí misma mediante formas sutiles, trazando figuras que se proyectaban en la pared del desván. Una bombilla desnuda colgaba tenue del techo y la canción sonaba en un viejo tocadiscos lleno de polvo. Qué delicada parecía, qué liviana, flotaba como una pluma, sigilosa, ágil, sutil. Tenía los ojos cerrados y los labios entreabiertos, sentía cada nota y la hacía suya, dejándose llevar, acelerando y decelerando, mecida por aquella melodía que inundaba la habitación. Él la observaba desde un rincón donde la luz parecía no querer llegar. Sabía que ella no podía verlo, etéreo e incorpóreo como era, atrapado en una dimensión paralela separada de la realidad por un abismo demasiado grande. Pero él la miraba, y esbozaba una media sonrisa ensimismado ante aquella danza, absorto en cada uno de sus movimientos. Casi de manera inconsciente se incorporó y se acercó a ella. La seguía, despacio, parecía de porcelana. Y cuando el piano dio las últimas notas ella se dejó caer, terminando así su baile, suspirando exhausta, pero también satisfecha. A pesar de que sabía que no se iba a dar cuenta, le rozó la mejilla rosada con el dedo índice. El contraste entre sus mejillas y su piel pálida le daba todavía un aire más inocente, más puro, más suave. Porcelana y nieve, eso era lo que era. Él siempre supo que había nacido para aquello. Y comprobó, sonriendo para sus adentros, que su patito feo se había convertido en cisne.


domingo, 10 de noviembre de 2013

¡!

No sabría decir si era de día o de noche, porque aunque creo recordar que todo empezó cuando comenzaba a oscurecer, había una claridad propia de una mañana invernal. El bosque era denso, y los árboles tenían unos troncos delgados y muy altos, parecía que las copas rozaban el cielo. La hierba estaba seca, amarillenta, y había maleza a ambos lados del camino, que estaba perfectamente marcado. Caminaba por un lugar que me resultaba extrañamente familiar, pero no sabría decir por qué; tampoco sabía adónde iba, y sin embargo caminaba como impulsada por una fuerza invisible. No se escuchaba nada y no había nadie cerca, y al mismo tiempo era como si alguien o algo me estuviese observando desde alguna parte que yo no alcanzaba a ver. Llegados a un punto la senda se dividía en dos, por la derecha continuaba más o menos llana, y por la izquierda empezaba a ascender. Estaba segura de que el camino correcto era el camino de la derecha, y sin embargo algo dentro de mí me decía "Vamos, sube, tienes que subir", al mismo tiempo que mi cabeza no quería hacerlo. Sabía que no debía tomar el sendero que subía, pero lo hice. No quería, pero lo hice como si alguien me diese un empujón. Y lentamente continué andando, inquieta, en silencio. A medida que avanzaba mi respiración se entrecortaba y el aire estaba cada vez más cargado. Estaba inquieta, cada vez más. Notaba como si tuviese varios pares de ojos clavados en mi espalda, pero me sentía incapaz de retroceder y sin detenerme andaba y andaba. Anduve durante un tiempo que se me hizo interminable, tal vez fueron solo unos minutos, aunque a mí me parecieron horas. De pronto, la senda llaneó de golpe y me encontraba en un camino aéreo. Seguía en el mismo bosque, con el mismo suelo de tierra y hojas secas. Pero a mi alrededor no había nada, no sé si era niebla o el mismísimo vacío. El silencio era terrible y amenazador, e inhalar aire se estaba convirtiendo en una misión complicada. Estaba asustada. Me detuve, exhausta. Tenía que volver cuanto antes y escoger la ruta acertada al llegar al desvío. Mi corazón estaba acelerado, y yo intentaba estar alerta. Inspiré profundamente y eché a correr de vuelta. Corría lo más rápido que me permitían las piernas, que me dolían. Tropecé varias veces y una me caí. El pelo se me metía en la cara y la garganta se me secaba a cada segundo más y más. De pronto, me di cuenta. Ya no estaba en el mismo lugar de antes, quiero decir, sí, pero había cambiado. Ante mí había una cuesta enorme, imponente, por la que yo no había pasado. El silencio me estaba matando, y tenía calor, pero un escalofrío recorrió mi cuerpo. Entonces los vi. No sé qué demonios eran esas cosas. Tres figuras negras, levitando, dos en la mitad de la cuesta y una más al fondo. ¿De qué estaban hechas? Eso no era carne, diría que era una sábana desgarrada si se tratase de un disfraz de Halloween. Pero no estaba yo como para bromear. ¿Estaban de espaldas? Yo no les veía la cara y no obstante sabía que me estaban mirando, o sintiendo, o lo que fuera. Y de repente me entró el pánico. No pude ver cómo, pero en una milésima de segundo me estaban rodeando y yo tirada en el suelo boca arriba. Noté como algo chocaba contra mí y yo perdía el equilibrio. Uno de ellos, uno de esas cosas se acercó peligrosamente a mí y me di cuenta de que no tenía rostro. Me invadió un frío gélido, cada vez se me acercaba más y más, y cada milímetro menos a medidad que la distancia entre ambos se acortaba podía sentir como se me iba poco a poco la vida, y el alma. Dolía, era un dolor desgarrador. Quise gritar, pero no pude. Cerré los ojos muy fuerte, y entoncés desperté. Todo había sido una pesadilla, y me di cuenta al instante de que no era la primera vez que soñaba con eso.


lunes, 4 de noviembre de 2013

¡!



As cores do outono reflictíanse na auga ao mesmo tempo que o solpor tinguía o ceo dun rosa amargo e o vento mecía ás pólas das árbores. Os paxaros voaban cara os seus niños entoando os seus chíos que asemellaban acordes. Ao lonxe as ventás dos edificios xa estaban iluminadas e o son dos nenos xogando no parque ía apagándose pouquiño a pouco. Os grilos comezaban os seus cantos e os vagalumes xogaban entre eles a botar carreiras a ningures. A luz daba paso á escuridade, que chegaba ameazadora dende o leste, coándose discreta entre as montañas que definían a liña do horizonte. O ceo comezou a cubrirse de pequenas pingas escintilantes de suave luz branquecina. Paseniño ían espertándose as estrelas. Tan sinxelo e tan fermoso, tal escena encheu de éxtase a paisaxe. Entón o mundo quedou durmido.  

 

lunes, 21 de octubre de 2013

Be yourself.

Hay que tomar decisiones, tarde o temprano hay que hacerlo, y debemos hacerlo nosotros mismos, los que estamos a este lado del espejo. No podemos dejar toda la vida al azar, al destino, sé que es difícil pero, ¿quién lo hará por nosotros si no lo intentamos? ¿En qué nos ayuda engañarnos a nosotros mismos?, podemos ponernos disfraces, disimular caminos, ilusiones, amores... pero al final resulta que ante el espejo, estamos solos. ¿Por qué es tan difícil tomar decisiones?, De hecho, con espejo o sin él a veces basta con abrir los ojos y ver lo que tienes delante. Lo que es realmente difícil es que esas decisiones sean acertadas.



Reflexión del día.

Día a día llegan a España, como a muchos otros países, muchas personas procedentes de todas las partes del mundo, ya sea en un vuelo de Iberia o en un cayuco pequeño, frágil y destartalado. Personas que, por una razón u otra, vienen para quedarse dejando atrás toda una vida y su hogar; personas que tendrán que aprender a integrarse y a convivir en una sociedad diferente a la suya.
El rechazo al inmigrante o al extranjero es un tópico que ha estado presente en nuestra sociedad y que, por mucho progreso del que se presuma, por mucha modernización y dejación de lo retrógrado de la que se hable, sigue estando ahí. No hace falta mirar muy lejos, ni buscar demasiado, porque, si nos paramos a pensar, para muchos ya existe, en primer lugar, un diferencia entre inmigrante y extranjero
El inmigrante aquí para algunos es el moro o el negro, el que viene medio muerto en patera sin papeles, ilegal, y que aún encima se pone a trabajar en la recogida de las naranjas, de la aceituna o en la vendimia quitándole empleo a los españoles ahora que las cosas están tan mal.
El extranjero es, en cambios, un europeo ricachón jubilado que se compra un chalet en primera línea de playa en la costa mediterránea; una novedad, tal vez venga de Londres o del mismísimo París, y al final en muchos casos lo único que hace es vivir su vida en una sociedad donde todo le sale más barato
¿Por qué hay tanta diferencia entre unos y otros si, al fin y al cabo, independientemente de los recursos de cada uno, todos son -somos- personas?
Para alguien que viene de fuera tiene que ser realmente complicado adaptarse: idioma distinto, leyes distintas, otras costumbres, otros horarios... Tiene que ser muy difícil dejar toda un vida para empezar otra vez desde cero. Ya lo decían todos aquellos exiliados que emigraron a América, y seguro que también todos los que se fueron a Centroeuropa a buscar trabajo; ya lo contaba Rosalía de Castro cuando en sus poemas hablaba de la morriña.
¿Alguna vez llega a sentirse un extranjero como en casa cuando está lejos de ella o siempre permanece fiel a sus raíces? ¿Nos preocupamos nosotros de acogerlos o fomentamos el rechazo a los que vienen de fuera?
Dicen que cada uno recibe lo que da y que no le hagamos al otro lo que no queremos que nos pase a nosotros. Quién sabe si algún día nos toca ser a nosotros los extranjeros y tengamos que enfrentarnos solos a una sociedad distinta, lejos de nuestro verdadero hogar.


domingo, 20 de octubre de 2013

Cuando el ayer concluye

El pasado no regresa”, se decía a menudo, firme. Sin embargo, a veces, de repente los recuerdos la inundaban y la desbordaba un torrente de emociones indómitas. En su mente podía volver atrás en el tiempo cada vez que quisiera, podía volar a cualquier parte de su cabeza y revivir instantes de su vida que echaba de menos. Claro que podía, ¿quién iba a impedírselo? Nadie era dueño de su memoria, nadie podía interrumpirla en sus ensoñaciones ni arrebatarle sus anhelos. Le gustaba pensar que, por muchas cadenas que le pusieran, jamás ninguna persona podría hacerle renunciar a aquella parte escondida de sí misma, a los sueños, a los recuerdos, a los capítulos de su historia que ya habían concluido. Ningún tipo de moda, de tendencia, de doctrina religiosa ni de ideología política podría hacerla renunciar a todo aquello.
Y sin embargo, convencida y segura como un caballero dentro de su armadura, no se daba cuenta de que era ella misma su peor condena. Nadie es capaz de controlar sus sentimientos a su antojo, no podemos encerrarlos en un baúl y pretender manejarlos como títeres, porque un día, sin más, ese baúl estalla y salen todos de golpe. No siempre guardamos recuerdos felices, de hecho, ese tipo de recuerdos más dolorosos procuramos esconderlos, olvidarlos; pero el baúl explota, y salen, y nos envuelven. Todos hemos pasado por momentos complicados, y las imágenes de dichos momentos se proyectan en nuestras mente, traicioneras.
No siempre la sensación de volver al pasado es buena. Ella no podía aferrarse al pasado y olvidarse de vivir el presente. La vida tiene su ciclo y todo tiene un final. El otoño llega con el fin del verano como la calma llega después de la tormenta. Ambos factores se complementan, y es que las hojas no podrían caerse y cubrir el suelo con un manto de tonos ocres y terracotas si previamente dichas hojas no hubiesen germinado y alcanzado su verdor. Ella era quien era gracias a lo que un día fue, pero, a pesar de todo, no podía quedarse atada en un ayer que ya había caducado.

Los instantes más bonitos se esfuman con un soplo de viento sin que nosotros podamos evitarlo, las canciones más hermosas siempre tienen un final, los aviones desaparecen por los confines del cielo dejando a su paso una estela. El tiempo corre deprisa y no se detiene a esperar por nadie. No podemos quedarnos rezagados en el pasado y olvidarnos de vivir.


jueves, 10 de octubre de 2013

Le voy a cobrar a tus labios tus miradas


Le voy a cobrar a tus labios tus miradas por descarada y pa' sentir, y poder vestir con tu sonreír mis raídos rincones, donde duermen las flores que huyen del jardín de mi umbrío corazón, y entre tu sol y limpie mi cielo de nubarrones.

Y que mi sangre entone alegres canciones pa' entrar en escena. Y se larguen mis penas por los callejones que dan al olvido. Y acuda desnuda en mis noches oscuras tu luna llena y alumbre las aceras donde hago hogueras pa' trillar el ruido que hacen las cadenas que arrastran la arena de mis bolsillos. Y, pa' mi triste playa, quiero tus olas. Y, pa' mi fuente seca, tu manantial. Me noto sediento y va siendo hora de ponerse al lío y beber del río que hay en tu mirar, y espantar el frío que venía conmigo, lo voy a quemar. Y, brindar por tus ojos a los cuales me arrojo. Ya puedes mirar 
que vengo vestío' pa' que empiecen a desnudar tus manos, tus manos... Le voy a cobrar a tus labios tus miradas por descarada y por placer, pues quiero tejer mi amanecer con tu mañana, 
y me invada las ganas de arder en tu piel y probar tu calor. Y con tu olor, bordar el aura que nos acompaña, y notar, que sanan las grietas que abre el puto dolor cuando rompen las ramas de mi árbol, cuando rompen las ramas de mi árbol, y se resfría en invierno y no da sombra en verano, y se resfría en invierno y no da sombra en verano, y no da sombra...





domingo, 6 de octubre de 2013

¡!

Hemos llegado a un punto de inflexión encabezado por el miedo. El miedo a querer y ser querido porque ambas cosas son cosas demasiado complicadas. Tenía miedo de ser querida porque temía verse involucrada en una de esas relaciones en las cuales uno de los partícipes lo da todo, pero el otro es incapaz de dar nada o al menos de dar en la misma medida. Y tenía miedo a querer por esa misma razón, por no estar a la altura de su compañero, por no ser capaz de amar como una vez amó. Pero también tenía miedo de querer de más, de entregarse plenamente y superar lo que ella un día creyó que era amar más que a nada en el mundo. 




sábado, 5 de octubre de 2013

Soplos de viento.

Con la llegada del otoño empezaron  caer las hojas y el suelo se cubrió de un manto de tonos ocres y amarillos. Todavía no hacía frío, pero una brisa suave jugaba con su pelo. Olía a lluvia y a hierba mojada. El río había subido y cada vez se veían menos patos, aunque de vez en cuando las truchas saltaban como auténticas circenses en medio de un espectáculo. Entre chaparrón y chaparrón algún rayo de sol se abría paso entre las nubes y se reflejaba en los charcos de la acera. La gente caminaba con prisa mientras ella se preguntaba hacia dónde iba, con paso lento y sin un rumbo determinado. Los acordes de una lista de reproducción aleatoria silenciaban a cualquier otro ruido. Con el otoño se fue el verano y con él muchas otras cosas. Tal vez se las había llevado el viento. Se acercó a la orilla del río y se sentó en una piedra. Tenía los botines un poco sucios, pero no le dio importancia. Se cerró la chaqueta y suspiró. Olía a tabaco, a pesar de que ella no fumaba. A veces necesitamos ir a algún sitio para encontrarnos, y es que muchas veces no tenemos ni idea de quiénes somos, ni de quién queremos ser. En ocasiones nos perdemos sin darnos cuenta, sin pretenderlo, sin buscarlo. Olvidamos un pasado que tenemos que tener presente y pensamos en un futuro que todavía no ha llegado. Somos gracias a lo que fuimos y seremos gracias a lo que somos, por eso... ¿quienes somos? Los recuerdos empezaron a llegar como si de un gran torbellino se tratase. Imágenes de momentos que hacía mucho que habían ocurrido, rostros de personas que habían salido de su vida y otras nuevas que habían aparecido. Un ir y venir de experiencias se arremolinaban en torno a ella, y una explosión de emociones la invadía. Recordó sus errores y aciertos y se lamentó de no haber hecho lo correcto en algunas ocasiones al mismo tiempo que se sonrió a sí misma por haber escogido bien en otras. Recordó momentos difíciles, enfados, discusiones y las lágrimas que vienen incluidas con esas cosas. Recordó miradas de ternura, besos y caricias. Es trascendental que nos encontremos para no creer que somos algo equivocado, no creer que somos alguien que otros quieren que seamos. Y de pronto, ella se dio cuenta de que seguía estando ahí, que nunca había desaparecido. Seguía siendo la misma niña de hace unos años, tal vez más alta y más crecida, pero igual de risueña, de alegre, de cabezota, de sensible y de maniática. Seguía creyendo en la ilusión, en eso de que los sueños se cumplen y de que podía conseguir todo aquello que se propusiera. Mucha gente la había abandonado con el paso del tiempo, puede que incluso ella tuviera culpa de perder a algunas personas. Pero no se arrepentía. No echaba de menos a nadie que ella misma había echado de su vida, ni tampoco aquello que ella había rechazado. Le gustaría recuperar muchas cosas y revivir momentos del pasado, a pesar de todo. Pero lo pasado pasado quedaba y, como en los libros, las páginas seguían pasando. Sonrió por aquello que había llegado nuevo, sintiéndose afortunada, sin descartar que eso también podría esfumarse alguna vez. No sabía qué iba a ser de ella en unos años, ni qué quería, ni cómo, ni cuando, ni si se marcharía gente y vendría otra nueva. No sabía qué quería estudiar, ni dónde le gustaría vivir, ni si iba a encontrar el amor de su vida. No sabía nada. No obstante, tampoco sabía qué había esa noche de cena, ni qué iba a hacer mañana. Así que le dio todo igual. Lanzó una piedrecilla al agua y ésta rebotó un par de veces hasta perderse para siempre en el fondo del río. Miró al cielo. Y es que con la llegada del otoño no solo vienen lluvias, sino que también hay atardeceres preciosos.


miércoles, 25 de septiembre de 2013

Sôber - Náufrago


Fue tal vez una historia incapaz de olvidar, de las que siempre acaban con un oscuro final, sueños que se han roto y otros se partieron por la mitad, labios que están secos pero que aún siguen inquietos por querer besar. Te seguiré esperando, un año, un siglo, la eternidad, mantendré encendido el fuego por si piensas venir. Naufragaré contigo, y unidos conservaremos nuestro calor, y juntos emprenderemos una ruta sin destino, un romance en el camino, y al anochecer el viento hará recordar. Lucharé hasta que pueda conseguir vencer este miedo a no poder saber de ti. Esta batalla loca no encaja su derrota para lograr decir que aquí te seguiré esperando, un año, un siglo, la eternidad, mantendré encendido el fuego por si piensas venir. Naufragaré contigo, y unidos conservaremos nuestro calor, y juntos emprenderemos una ruta sin destino, un romance en el camino, y al anochecer el viento hará recordar.



sábado, 24 de agosto de 2013

Asdfghjklñ

24.08.2013
Hacía tiempo que no escribía, que no lo hacía de verdad. Sin embargo hoy las palabras salen solas al mismo tiempo que mis sentimientos se desbordan. No tengo ni idea de cuando podré publicar esto, tal vez mañana o quizás dentro de un mes, y ni siquiera sé si llegarás a leerlo algún día. Aún a riesgo de que este blog que yo prefiero considerar mi pequeño diario personal haya caído en el olvido para ti, hoy tenía que volver a escribirte. Y por eso aquí estoy, me levanto a las cinco y media de la mañana y sin embargo he preferido no dormir para arrancar una hoja de la que era mi libreta de matemáticas y llenarla con un montón de palabras que para la mayor parte del mundo carecerán de sentido. Te reirías de mi caligrafía de verano si la vieses.¿Sabes? Dicen que cuando estamos tristes escuchar música triste hace que nos sintamos como si alguien estuviese consolándonos. Yo sinceramente no me siento consolada. La verdad, no sabría decir si estoy triste porque no sabría explicar cómo me siento, y tampoco sé cómo demonios debería estar. Pero estoy, de alguna forma indefinible estoy, y es inevitable no sentirme de este modo. Nos pasamos la vida esperando que nos pase algo y ese algo solamente ocurre cuando menos lo vemos venir. Un día cualquiera, sin más, pasa. Un día llega alguien y se cuela en nuestra vida, y nos la cambia. Ese es mi caso y ese es tu papel en mi historia. Quien diga que no cambiamos cuando una persona (imprescindible que esa persona nos importe de verdad) se hace un huequecito en nuestro corazón, no tiene ni la más remota idea de lo que es querer. Supongo que ya lo sabes de sobra, pero tú tienes una suite de honor dentro de mi corazón. No sé, ahora podría ponerme a nombrar y enumerar todos los motivos por los cuales te considero tan importante, pero creo que eso es algo que ambos sabemos ya demasiado bien y a nadie más le importa; pero en resumen, es mucho tiempo, muchos momentos, tantas sonrisas, tantos besos... Créeme si te digo que serán y son grandes recuerdos, intensos, inolvidables, irremplazables... Y hablando del tiempo, qué rápido pasa. No espera por nadie el cabrón. Aunque, a pesar de todo, tampoco serviría de nada detenerlo, porque al fin y al cabo todo tiene su momento y tanto tú como yo y como todos, necesitamos crecer, evolucionar, cambiar, cumplir nuestras metas, perseguir nuestros sueños y supongo que, en algún caso (siempre que sea imprescindible y justificado) cumplir con aquello que otros esperan de nosotros. Sin duda todo esto va a ser un gran cambio para los dos, y uff, no sabes qué vacío más grande se queda aquí conmigo. La vida sigue y esas cosas, pero nunca vendrá nadie como tú. Aparecerán otras personas, sin lugar a dudas, pero no serán igual que tú. Eres único. Todos lo somos. A pesar de todo, de la distancia, de las vueltas que da la vida, de las cosas que pasan, sabes que ocupas gran parte de mi desordenada mente y memoria, gran parte de ese corazón al que yo llamo patata y, bueno, sabes también que siempre serás bien recibido en mi bosque, señor del gran castillo de hielo y cristal. Vayas adónde vayas, ahora y a lo largo de tu vida, sé feliz, ¿me oyes? Consigue todo aquello que te propongas y que desees, porque puedes hacerlo. Vuela siempre bien alto, como siempre has hecho. Que nadie te diga que no eres capaz de hacer algo, porque miente. Yo estaré por aquí, o a veces aquí y otras allá, preocupándome por todas esas cosas que revolotean por mi cabecita y también por ti, creo que seguiré haciéndolo yo más que tú mismo. Buff, qué pedazo testamento. Parece que mi letra va tomando algún tipo de forma mientras el bic corretea por el papel. Tú... acuérdate de mí, ¿vale? Échame de menos aunque solo sea un poquito. Con cada tren que pase, no lo olvides. Y tampoco te olvides de mi nombre, ni  de que que tengo un caballito de mar parecido al tuyo siempre bajo mi almohada y una foto de carnet en mi cartera y otra de un bebé precioso en mi mesilla de noche. Te tengo presente, con cada detalle has hecho que te tenga. Recuerda que tenemos pendiente un viaje, yo elijo destino, ya sabes. También sabes que te quiero.
Atentamente,
un pulpo con complejo de duende. 
Zvarri.







domingo, 18 de agosto de 2013

¡!

A lo largo de tu vida serán muchas las personas que intenten hundirte, que no te acepten, que no te respeten, que te traicionen, que inventen sobre ti. Nunca somos plato de gusto para todos y tampoco todos lo serán para nosotros. Pero, nunca, ¿me oyes?, nunca dejes que esa gente se salga con la suya, tú siempre vas a ser más fuerte que cualquiera que no te desee bien. Nadie te pisará si no dejas que te pisen, y ya sabes que cuentan que el tiempo pone a cada uno en su lugar. Hagan lo que hagan, nadie puede enfrentarse a la ignorancia ni a la indiferencia, y por mucho que hablen y digan, sabes que tú siempre vas a saber la verdad. Y con eso basta. Quien quiera apoyarte que te apoye y el que no que se vaya. Y siempre habrá alguien que te apoye, dispuesto a no soltarte la mano, alguien que te escuche, que te crea, que te abrace cuando más lo necesites. Siempre. No lo dudes.


sábado, 25 de mayo de 2013

La nana que nos canta la luna.

A pesar de los edificios, puedo intuir la luz de las farolas entre los huequecillos de la persiana. Si la luna lograse vencer a las fachadas, también sería partícipe de este pequeño espectáculo de claridad. Las sábanas acarician mi piel y algún mechón rebelde me hace cosquillas enredándoseme en el cuello. Qué tranquilo está todo. Bebo ávida del silencio y a la vez noto los latidos pausados de mi corazón. Me adormezco ante el suave "pum, pum" que emite. Cómo engañan las apariencias a veces. La turbación puede invadir a uno incluso cuando tiene aspecto de bella durmiente. Mi mente está activa e histérica, no para quieta, está nerviosa ante algo que ni yo sé muy bien qué es. No debería sorprenderme porque, al fin y al cabo, la mente tiene que estar alerta, o eso dicen, para evitar que la lastimen. Sin embargo yo no veo espadas que la amenacen, ni cuchillos, ni arcos ni lanzas. ¿Es dolor, tristeza, impotencia, soledad, miedo? ¿Qué te pasa, pequeña? La noche es clara y la luna te guarda mientras te meces tranquila. No hay nada que temer. Deja que Morfeo te acune entre sus brazos y duerme, duerme que yo te cuido, que no te dejo, que te protejo. Y seguro que alguien me protege a mí, siempre hay alguien dispuesto a sujetarme para que no caiga el vacío. Estoy convencida. Seguro que afuera hace frío, pero yo estoy calentita arropada entre las mantas. De cuando en cuando pasa algún coche por la calle, puedo oírlo, y también escucho el ascensor cuando alguien lo llama. Los vecinos de arriba hablan, ellos no tienen sueño. Yo estoy intentando fabricarlo. No es que lo necesite, tampoco estoy demasiado cansada, pero no hay nada mejor que hacer. Hoy ya he cumplido. He hecho todo lo que tenía que hacer, y he sonreído. Sonreír es tan importante como comer. Me doy por satisfecha, sí, he cumplido. Y no, no necesito dormir ahora. ¿Sabes lo que necesito ahora? Un beso, sí, uno de los tuyos. Cuando me los das, me separo de tus labios sonriendo, no sé como haces, igual tienes una promoción o algo por el estilo. "Beso más sonrisa". Es otra manera más dulce de cumplir. Ahora sería un beso de buenas noches, porque claro, es de noche, aunque entonces seguro que todavía no dormiría, sino que te robaría alguno más. Tú no duermes, al menos no todavía. Pero yo te mando un beso de buenas noches igual, para que sonrías si lo sientes, y para que sueñes con cosas bonitas o, para que si no sueñas, por lo menos duermas bien. adzsfvasrrhi.


lunes, 20 de mayo de 2013

¡!

Cada vez pienso que el tiempo pasa más rápido, que no se detiene ni se para a esperar por nada ni nadie. Nos hacemos mayores, con todo lo bueno y malo que eso conlleva, queramos o no, crecemos. No sé si alguien planeó hace cinco años que te cruzases en mi vida, si fue causa de un destino en el cual no creo, o si simplemente fue una casualidad. Sea lo que fuere, puedo decir sin dudar un solo segundo, que conocerte fue una de las mejores cosas que me han pasado en la vida. No tiene mucho sentido que te repita lo que te llevo diciendo año tras año, ya que sé de sobra que lo sabes todo, que te he contado y confesado todo hasta el más mínimo detalle, y, en caso de que se me haya escapado alguna cosa, tú me conoces lo suficiente como para intuirla. 

A veces me gustaría retroceder un par de años, volver a ser un poquitito más niña, con menos preocupaciones ni comeduras de cabeza, quedando como siempre a las cinco en la daisy incluso los domingos, ¡los domingos! Qué lejano suena eso, viéndonos ahora yendo los viernes a estudiar a la biblioteca, haciendo exámenes por la tarde e incluso quedándonos algún fin de semana sin salir. 

A decir verdad no siempre todo ha sido bueno, a pesar de que nunca, nunca, nunca, ha habido un roce entre nosotros, ni una palabra más alta que otra, ni un solo golpe de voz. Pero no siempre todo va bien, por un motivo o por otro. Todos tenemos problemas, días malos, ambos nos equivocamos. Y es en esta parte donde más tengo que agradecerte todo lo que has hecho y haces por mí. Agradecerte que nunca me hayas soltado la mano, que siempre me hayas dicho las cosas como son y no como me gustaría que fuesen, por decirme que frenase cuando debía hacerlo, por impedir que chocase, por secarme las lágrimas, por sacarme sonrisas, por darme un abrazo cuando más lo necesitaba, por llamarme sin importar la hora, por intentar que siempre estuviese bien. En serio, de corazón una vez más te doy las gracias, no sé cuál es la mejor manera para agradecértelo, pero sabes que haré todo lo que esté en mi mano, que puedes contar conmigo, que intentaré no fallarte nunca, que seré tu sombra si necesitas que lo sea, tu mano derecha, o simplemente alguien con quien hablar. 

Como bien dices, no sé qué pasará dentro de un año y medio, qué será de ti y sobre todo de mí, porque tú al menos tienes una mínima idea de lo que quieres, y yo estoy perdida en una nada que no me ayuda a aclararme. Lo que sí que tengo claro es que pase lo que pase, vayamos donde vayamos, no me voy a olvidar de ti, ni de nosotros, ni de cada uno de los momentos que hemos pasado juntos. Aunque dicho así, queda demasiado dramático, y tampoco es eso, porque al fin y al cabo ambos volveremos de vez en cuando por aquí, y quién sabe si incluso compartiremos la cola del paro. Suceda lo que suceda, para mí siempre vas a ser tú, mi mejor amigo, el que me gustó cuando era una enana, el que se tira conmigo por el río en flotador, el que hace tantas y tantas cosas por mí. Eso siempre, no te cambio, ni se te ocurra pensarlo.

Esto en teoría sería una felicitación por tu cumpleaños, pero ya sabes que desde París… de todas maneras creo que tus diecisiete han quedado bien celebrados. Así que esto no es una felicitación, no es nada en concreto, pero quería decírtelo, recordártelo. No lo olvides, sé que no lo haces. Te quiero mucho.


jueves, 2 de mayo de 2013

Cosas que nunca cambian.

No existe ninguna tecnología que pueda suplir la calidez de un abrazo, el afecto

 de una caricia ni el fulgor de una mirada.


Robots autómatas programables.

A los que odian, a los que desprecian, a los que insultan, a los que no respetan. A aquellos que se auto-proclaman los reyes del mundo y la autoridad. A los fisgones y mal-metedores, a los violentos, a los creídos a los que para ellos lo que es distinto a su forma de pensar está mal. No siempre llueve a gusto de todos, no siempre lo que nosotros queremos es lo que está bien. A veces intentamos imponer algo equivocado y después nos quejamos cuando no nos gusta que nos impongan. A los que juzgan sin derecho, a los que critican, a los que hacen daño. ¿Qué satisfacción produce actuar de esa manera? Tenemos de todo. Tenemos ordenadores, móviles de última generación, un ipad, la ropa del momento, una cámara de fotos impresionante... y sin embargo a muchos les falta una cosa: personalidad; y, en muchos casos, la capacidad de razonar. No me excluyo totalmente porque todos tenemos fallos, nadie se libra de los defectos, pero a veces a una le dan ganas de mandar al cuerno el Starbucks y las Vans. Maldito aquel que inventó ambas cosas, como también el creador del Iphone, de la BlackBerry, e incluso... pese a que pueda sonar hipócrita, las redes sociales hablando en general. Qué triste salir a tomar algo en grupo y que el 100% de la gente esté toqueteando la pantallita del móvil sin parar, el 99% por voluntad propia y el 1% restante para no quedarse solo mirando las moscas. Qué triste publicar tu vida en Internet con sus desgracias incluídas para... para ¿qué? ¿De qué sirve contar tus intimidades ante el mundo? ¿Acaso nadie más te escucha que hay esa necesidad de llamar la atención? Qué triste no ser capaz de escribir la palabra "haber" con hache y con be. Qué triste dejar de lado unos estudios por un piti por "ser guay". Chicos que van de galanes, pero en lugar de regalar rosas regalan decepciones, chicas que van de princesas y terminan tiradas en cualquier esquina. Se protesta por el fútbol, pero no por cosas que tienen mayor cabida. Esto es, señores, nuestra sociedad, la juventud de hoy en día. Eso somos, porque en este mundo por desgracia vamos todos en un pack. Sonará egocéntrico o algo así, pareceré una aburrida, pero me siento orgullosa de no formar parte debastantes de los aspectos que acabo de nombrar. Hay gente que se ha tomado demasiado al pie de la letra lo de "sexo, drogas y rock&roll" o lo de "los dieciséis son la mejor edad". Dos dedos de frente y un poco de cordura a veces no vienen mal. No todo es blanco o negro, no todo son extremos, se puede aprovechar todo sin necesidad de desequilibrar esa balanza imaginaria que nos sostiene. Porque, al fin y al cabo, por muy "guays" que seamos, si la balanza se rompe, algo estamos haciendo mal. Dejémonos de modas pasajeras y de disfraces. Seamos nosotros mismos sin importarnos lo que los demás puedan decir o pensar de ello, mantengamos la mente fría cuando tengamos que hacerlo. Hoy poy hoy hay demasiadas caretas y muy pocas miradas sinceras. Vamos a dejar de ser tan copias los unos de los otros y a ser quienes somos. Que a veces nos creemos muy grandes y no nos damos cuenta de que tan solo somos una partícula de polvo perdidos en la inmensidad.


domingo, 21 de abril de 2013

Siete almas.

En este momento hay seis mil cuatrocientos setenta millones, ochocientos dieciocho mil, seiscientos setenta y un habitantes en el mundo. Algunos huyen asustados. Otros vuelven a casa. Algunos cuentan mentiras para poder sobrevivir. Otros se enfrentan a la verdad. Algunos son hombres malos en guerra contra el bien. Y algunos son buenos, y luchan contra el mal. Seis mil millones de personas en el mundo. Seis mil millones de almas. Y a veces solo necesitas a una. 


domingo, 3 de marzo de 2013

Sorbiendo el aire.

El poder de la electricidad es algo en lo que muchas personas no piensan, hasta que se lo quitan. Ya sea el posible poder político de las masas o la influencia de un amante sobre una persona. Todos queremos algún tipo de poder en nuestra vida aunque sólo sea para tener más opciones. Sí, porque estar sin opciones, sentirse completamente impotente, bueno, es muy parecido a quedarse a solas en la oscuridad.




sábado, 2 de marzo de 2013

¡!

Las rosas son preciosas, y sin embargo tienen espinas. Las mimosas se estremecen cuando alguien las perturba. Las gacelas escapan cuando son perseguidas, toda abeja tiene un aguijón, toda liebre huye cuando escucha unos disparos. Todos los seres han nacido con un "caparazón", pero, ¿y nosotros? Más allá de las los gatillos y las balas, lejos de cualquier arma blanca, dejando a un lado toda bomba, veneno o intención tortuosa. ¿Cuál es nuestra fortaleza? ¿Dónde están nuestras espinas y nuestro aguijón? ¿Qué tenemos, que fiarnos de la protección de un Dios? ¿Qué es de nuestro escudo? El dolor no entiende de armaduras, franquea todo tipo de barreras. A veces una palabra duele más que cualquier lanza, flecha, pistola o espada. ¿Serán las lágrimas nuestra fortaleza? No, las lágrimas no impiden, sino que fomentan el dolor y anudan la garganta con la mejor de las lazadas. Están saladas y juegan a correr la maratón por nuestras mejillas, perdiéndose por debajo de la nuez, enrojecen rostros y empañan miradas. Suelen aparecer a menudo, no hay que ir más allá que a un momento de somnolencia. No obstante, otras veces cuando llega el dolor se desbordan y salen, salen, salen hasta que apenas quedan. Llorar duele, da igual llorar por una pérdida, por haber cometido un error o por decepción. Los bebés nacen llorando con pánico a un mundo nuevo, pero a medida que crecemos, lloramos por diferentes razones. Razones justificadas y sin justificar, de causas mayores y menores, por motivos veraces o equívocos, pero lo hacemos. En silencio, muchas veces en la cama, empapando la almohada y mojándonos algún mechón de pelo. Mordiéndonos el labio, abrazados a las sábanas, deseando que termine ese momento. Si tenemos suerte, Morfeo nos verá y, compadeciéndose de nosotros, dejará que nos sumemos en un sueño profundo. Qué cobardes, dirán algunos. Qué ignorantes, qué inmaduros, qué afortunados de no haberse sentido así. Llorar no es malo y sin embargo nos escondemos avergonzados. Evitamos que nos vean cuando peor nos encontramos. Y a veces lo que más necesitamos es un hombro en el que apoyarnos, una mano que apretar, el calor de un abrazo, una mirada, un beso rápido, qué más da. Creo que al fin y al cabo eso es exactamente nuestro mejor escudo. Alguien. No me refiero en tener que contarle a alguien por qué lloramos, a veces no es necesario. No es el hecho de decirlo, ni de contarlo, defendiendo que el silencio es el mejor amigo de la confianza en muchos casos. Lo importante es que haya alguien siempre ahí a tu lado, cuidándote por detrás. Alguien que te ofrezca ese hombro y ese abrazo. Alguien capaz de enjugarte esas lágrimas saladas traicioneras y sacarte una sonrisa, por tímida que sea. Alguien que merezca la pena, alguien a quien querer. Y que te quiera.


domingo, 17 de febrero de 2013

Hubert Selby Jr.

Se abrazaron y se besaron
y el uno arrinconó la oscuridad del otro,
creyendo en la luz del otro,
creyendo en el sueño del otro.


jueves, 31 de enero de 2013

¡!

You only need the light when it’s burning low, only miss the sun when it starts to snow.


jueves, 17 de enero de 2013

Mentes que vuelan mientras duermen.

Los mejores sueños dicen son aquellos que no recordamos cuando abrimos los ojos. Los rostros que en ellos aparecen cuentan que son de caras que alguna vez hemos visto y no hemos olvidado por la razón que fuere. La complejidad de los sueños puede llegar a ser abrumadora. La mente se separa del cuerpo, y se convierte en un espíritu ligero que vuela despertando a los recuerdos que se esconden en los recovecos más recónditos de su interior.
Soñamos con gente que queremos, que nos importa. Nos trasladamos a un mundo en el que no podemos fiarnos de nada, porque en él, nuestra imaginación traidora puede transformar el mejor momento en el peor de nuestra existencia. Soñamos con personas que apreciamos, y es en los sueños donde a veces nos damos cuenta de a quién valoramos realmente. La amistad, y también la enemistad, se realzan en nuestra imaginación nocturna, intensificando o rompiendo los lazos que establecemos con dichas personas. 
Otras veces, por el contrario, no soñamos con nadie más que con nosotros mismos. En algunos casos vemos cumplidas nuestras más ansiadas utopías y en otros, todo lo contrario, nos vemos envueltos en las pesadillas más terroríficas hasta que terminamos despertando con el corazón palpitando como si quisiera salírsenos del pecho. 
El amor también hace acto de presencia en los sueños, enseñándonos a menudo la mirada de alguien especial, capaz de movilizar en un instante a todas las mariposillas que descansan en nuestro estómago. Supongo que si recordásemos todas aquellas historias que vivimos cuando somos presos de Morfeo, podríamos escribir un voluptuoso y original libro con mil historias fantásticas, y para mí los mejores capítulos serían sobre todo esos donde interviene el amor. También lo serían los sueños donde veo realizados mis sueños. Todo aquel sentimiento que despertase en mí la más mínima satisfacción tendría cabida en un volumen de esos. 
Quién pudiera escribirlo... redactarlo, saborear y plasmar con palabras todas esas emociones por las que tantas veces nos desvelamos de madrugada. Representar todos los miedos, los deseos, las ganas de dormir para aventurarnos de nuevo a la incertidumbre. Qué placentero sería hacerlo. Y, al final, cuando estuviese acabado, si es que alguna vez una historia que habla de todo lo que soñamos, tema interminable, pudiese acabarse, qué íntimo y especial sería encuadernarlo y dárselo sólo a aquel o aquella que considerásemos merecedor de tales confidencias. Confidencias, porque no es ninguna mentira el decir que muchas veces optamos por ocultar nuestros sueños por corte, timidez y vergüenza. Sin embargo, creo que después de todo, siempre hay alguien dispuesto a escuchar nuestros más íntimos testimonios, aunque omitamos parte de ellos. Aunque los omitamos... sí... Omitirlos. Hasta que llegue un día que no necesitemos eso, y nos sintamos lo suficiente ligeros y nos liberemos de ese noseloqué que nos frena a la hora de contarlos todos, hasta que se esfume toda esa vergüenza. Entonces, hablaremos, y las palabras fluirán como corrientes de un río ávido de desembocar en el océano. Y, cuando llegue ese día, seremos los más afortunados por tener a alguien a quien haberle confiado nuestros más simples secretos.