¡Buenos días mundo! Son las siete y veintiún minutos de la mañana, hace un día precioso aunque todavía no ha salido el sol. No me he levantado con el pie izquierdo, sino que he saltado de la cama. A primera ética, luego gimnasia, más tarde inglés. Llegar a casa, comer, hacer los deberes. Sigo sin ordenador, incomunicada, bueno, ya no. Me duelen las uñas de tanto morderlas, me ha picado un mosquito en el pie. Me llamas, me llamo, el teléfono suena, estoy que no paro, me pongo a estudiar, me estoy aplicando. ¡Hey! Venga, ¿a qué esperas? ¡Sonríe! No, que va, no me afectan esas cosas de la hiperactividad, que va. Lo que ocurre es que tengo ganas de reír a carcajadas, de saltar, de gritar, de correr, de pintar mi nombre en la pared, de lanzarme a tus brazos y besarte. Sí, besarte. Puedo asegurar que es lo único que quiero hacer.
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