A pulso y boli bic




viernes, 30 de diciembre de 2011

Un año más.

Otro año que se termina tras trescientos sesenta y cinco días con una variedad asombrosa y variopinta. Y ya van quince que se me acaban, escapándoseme de las manos como un pájaro que echa a volar hacia el sur en invierno. Sería absurdo, hoy por hoy, hacer un balance de todo lo que se ha podido vivir en todo este tiempo porque de sobra recuerdo cada uno de todos los momentos, buenos y malos, que me han acompañado. En el escritorio del ordenador, en una esquinita, están todas esas fotos como prueba de lo que hemos vivido, de lo que hemos cambiado, de lo que hemos pasado, para mirarlas en días como hoy y decir "todos estos detalles son el motivo por el cual hoy estoy aquí sonriendo". Una Navidad, un carnaval, San Valentín, mi cumpleaños, fiestas, campamento, verano, más fiestas, otra Navidad, y millones de días sueltos sin nombre en los que ha bastado cualquier estupidez para hacerlos especiales. Sí, es eso lo que poco a poco va cubriendo las páginas de este capítulo que se cierra, pero en esas páginas aparece algo destacado en mayúscula, en cursiva y en distinto color. Y ese algo son las personas, muchas, con nombre y apellidos, algunas a las que ni siquiera sabría poner nombre a su cara, no obstante son ellas las que han hecho de todo este tiempo algo único digno de recordar. Han sido mis amigas, mis amigos, con sus ocurrencias, sus tonterías, sus enfados tontos; han sido aquellos que sin conocerme me han saludado por la calle para sacarme una sonrisa; han sido personas desconocidas que me han dado la oportunidad de conocerlas y descubrir lo geniales que pueden llegar a ser; ha sido aquel capaz de hacerse un huequecito en mi patata con su forma de ser; han sido esos que un día buscaron hacerme daño, y al final tuvieron que rendirse ante el imposible o celebrar su victoria; han sido todos ellos, los cuales apartan toda monotonía de mi vida. Hoy es día treinta, si no me equivoco. Quedan unas horas para comer doce uvas y decir en alto "¡Feliz año 2012!" y que nos explote el móvil de tantos mensajes deseándonos lo mejor. Yo me adelanto un poco, porque mañana con tanto preparativo y tanta comida, no es momento para ponerme sensible, ¿no? Pues eso, esto se termina, a lo mejor no es lo que todos quieren,sin embargo, ya se sabe lo que se dice, que cuando acaba un sueño, acostumbra a empezar otro. Feliz 2012.

lunes, 26 de diciembre de 2011

Atracamos en puerto.

Hay momentos en la vida en los que una siente que frena, pero sin dejar de acelerar; en los que somos perfectamente capaces de disfrutar al máximo todo aquello que vivimos sin pensar en los efectos secundarios de las cosas. Son momentos en los que podemos permitirnos eso de apretar el freno de mano y aprovechar cada instante como si fuera totalmente único. Y en el fondo lo es, porque nunca viviremos dos sensaciones iguales. La verdad es que me gusta eso de poder darle al "pause", cerrar los ojos y no vivir dependiendo del momento, sino para el momento. No siempre debemos vivir de las preocupaciones porque eso sea lo correcto. Hay veces en que es mil veces mejor dejarnos llevar.

viernes, 23 de diciembre de 2011

Todo cambia y sigue igual.

Escuchar la risa de un niño pequeño es algo que siempre te transmitirá buenas vibraciones. Sí, míralos ahí, dirige la cabeza hacia abajo y verás ese curioso mundo del que una vez tú también formaste parte. Qué felices, qué inocentes, pequeñas criaturas ajenas a un mundo que con el paso del tiempo se va complicando. Recuerdo que cuando era pequeña lanzaba globos por la ventana con caritas felices de todos los colores pintadas. A veces subían tan alto que los perdía de vista, otras llegaban a manos de gente desconocida, que los miraba extrañados y acababa por sonreír. En Navidad, nunca dormía por las noches ansiosa de abrir mis regalos; contaba los días que faltaban para mi cumpleaños la primera semana de mayo; miraba con recelo a todo aquel que me superaba en estatura. Y ahora que yo ya he pasado por eso, que ya mido lo necesario para subirme a cualquier atracción, que tengo que pagar más por entrar en los sitios, me toca ver cómo otros ocupan el lugar que un día ocupé yo. Los viernes a la tarde, los parques están llenos, menos en invierno, pero no dejan de estarlo. Yo suelo andar por ahí cerca, sentada en algún banco, y miro de lejos que juegan a esas cosas a las que un día yo jugaba. Sin embargo todo pasa y yo estoy en otro capítulo de esta la que es nuestra novela. Aunque no queramos, llega un día en que esa inocencia que llevamos en los ojos desaparece y no podemos pasar de largo ante la vida. Suena realista, un poco triste, puede ser. Pero, ¿sabes? Hoy es víspera de Nochebuena. Mañana tampoco dormiré, esperando mis regalos, aunque ya no esté inquieta en la cama por intentar ver a Papá Noel. No obstante, eso es lo que al final cuenta, todos podemos seguir siendo niños, la clave está en no dejar nunca de creer.

martes, 20 de diciembre de 2011

Ni cómplices ni testigos.

Pisando despacito con cuidado de no hacer ruido ni levantar sospechas. Me deslizo por un pasillo a oscuras que por la noche atormenta, escuchando únicamente el leve "frzz-frzz" de los calcetines contra la baldosa. Sintiendo frío sin la presencia de mis mantas calentitas, llego a mi destino y me detengo, satisfecha de mi trabajo. Lentamente, abro y una luz por un instante me ciega, acostumbrada a la escala de grises que presenta la noche. Sí, ahí está, totalmente a mi alcance. Lo cojo con la más delicada de las delicadezas y me siento en el suelo, de piernas cruzadas, con la espalda contra la pared, cubriéndome de toda culpa. Así, en silencio, más a tientas que otra cosa, misión cumplida. Los dedos manchados de chocolate y virutas en mi boca son la prueba delatora. Mmm, chocolate, dulce chocolate. Nada mejor para hacer una escapadita de madrugada, nada mejor para sentirse de vez en cuando una cría.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Para gustos los colores.

Llovía. Aquella noche llovía a cántaros, hacía frío y el mar no estaba en calma. Pero ella no podía dormir por más que lo intentaba. Se levantó de la cama con su camisón blanco y el pelo alborotado. El aire y las gotas de lluvia repiqueteaban en su ventana. Cogió unas bailarinas y se puso una chaqueta cualquiera por encima para salir de casa, procurando no hacer el más mínimo sonido. Caminaba por las calles sin importarle lo más mínimo el agua que la mojaba; bajaba a la playa, decidida, pero a su vez sin buscar una dirección concreta y a un paso rítmico de procesión. Al llegar, se descalzó notando la arena fría y húmeda en sus pies, sin embargo ni se inmutó. Avanzaba notando la espuma de las olas mojándola con esa temperatura gélida que tiene el mar en el mes de diciembre. Llegó a los acantilados y subió con sorprendente agilidad sin despistarse y sin provocar ningún resbalón. Estaba ya totalmente empapada, calada hasta los huesos, con la melena chorreante y la ropa pegada a la piel. Se sentó en las rocas, en la más próxima al precipicio, sin miedo. De repente, un relámpago iluminó la bahía. Sonrió para sí, le encantaba esa escena. El viento continuaba y las olas rompían bravas contra la piedra, salpicándola hasta tal punto que a veces llegaban a mojarla por completo. Pero a ella le daba igual. Estaba asombrada ante el contexto que tenía ante sus ojos. Y es que, por mucho que el mundo lo piense, ese tópico es totalmente erróneo, no todo lo bonito siempre va atado a una calma aparente.

lunes, 12 de diciembre de 2011

FM 107.3 Radio Caos. Love is all you need.

¿Sabéis cuál es la cosa a la que se le dedican muchas canciones? Exacto gente, el amor. Bello, feo, triste, alegre, fuerte, débil, casto, sexy, violento, soñado, olvidado, antiguo, moderno...
Oh, sí, el ruido se convierte en sonido, el latido se convierte en ritmo. Fuerza gente, acelerad la vida a toda velocidad y nunca dejéis de hacer revoluciones. La luna se vuelve el sol, la noche el dia. Porque detrás de cada persona se esconde otra, quizás más buena, quizás más nueva, quizás la tuya.

viernes, 9 de diciembre de 2011

Pequeños secretos de sumario.

Si hay algo que me gusta de una persona, es la sonrisa. No hay nada tan maravilloso como que una persona comparta contigo su sonrisa, que te la regale. No hay nada como ver dibujada en su cara la alegría y que te la contagie. Tampoco dos personas tendrán nunca la misma sonrisa, cada una es única y todas transmiten algo distinto. Llamémoslo timidez, alegría, miedo, cariño, aprecio, melancolía, amor, ternura, tristeza, pasión; llamémoslo X. Pero, lo que sí está claro, es una cosa: todas transmiten ese algo, y, ese algo, conquista.

jueves, 8 de diciembre de 2011

H de "hoy es festivo y hay que estudiar".

Mmm, cinco minutos más. Se está tan bien entre las sábanas... Bueno no, venga, va siendo hora ya. Dios mío, qué pelos, qué cara, qué pintas. En fin, ¿qué más da? Aquí solo estoy yo, así que da igual, todos nos hemos sentido orco alguna vez. Qué hambre, me haré una tostada, la engulliré y me pondré manos a la obra. Madre mía, matemáticas, nunca dejarán de atravesárseme, pero es lo que toca. ¡Mierda, mierda, mierda! ¡La tostadora! Uf, menos mal. Venga, venga, traga, más rápido. Bien, ya, estoy lista. Mente, ni se te ocurra desviarte, no me puedes fallar. Concéntrate, estudia, razona, memoriza y practica. Así, perfecto. Buf, se notan las horas, poco a poco vuelan. Bien, descansaré un rato. Me daré una ducha. ¡Ay, que frío! Odio quitarme la ropa en invierno pero... mmm, ¡qué gusto estar bajo el agua calentita! Así, mucho mejor. Me visto, me envuelvo en la bata y, zas, venga, no puedo parar. Seguiré con mates, uuh, que plan tan genial. Y fuera, hace sol. Qué rabia. Yo podría estar por ahí, haciendo el tonto, mi rutina diaria. Pero no. Hoy no, hoy toca ser responsable. Hoy toca hacer las cosas. De vez en cuando, todos nos vemos obligados a hacerlas. 



miércoles, 7 de diciembre de 2011

Perspectiva.

Si realmente quieres hacer algo, encontrarás una manera; y, si no lo quieres, encontrarás una excusa.

domingo, 4 de diciembre de 2011

Cuando Harry encontró a Sally.

Te quiero cuando tienes frío estando a 21º, te quiero cuando tardas una hora para pedir un bocadillo, adoro la arruga que se te forma aquí cuando me miras como si estuviera loca, te quiero cuando después de pasar el día contigo mi ropa huele a tu perfume y quiero que seas tú la última persona con la que hable antes de dormirme por las noches. Y eso no es porque esté sola ni tampoco porque sea Nochevieja. He venido aquí esta noche porque cuando te das cuenta de que quieres pasar el resto de tu vida con alguien deseas que el resto de tu vida empiece lo antes posible".

sábado, 3 de diciembre de 2011

Aquí no existe el freno de mano.

Todos no hemos tropezado alguna vez con una piedra cuando íbamos caminando. Tropezar es inevitable porque como humanos nunca prestaremos el cien por cien de nuestra atención a dónde pisamos. Pero a veces somos demasiado conscientes de que unos pasos más adelante nos espera una caída y no somos capaces de evitarlo.Y, cuando caemos, nuestra mente analiza todos los detalles de nuestra caída sin la posibilidad de frenarla en un momento dado. Consecuentemente, cuando llegamos al suelo nos hacemos daño, y la herida a veces sangra. Como reacción a esto tenemos la opción de aguantar o simplemente se nos saltarán las lágrimas del dolor ocasionado. En mi caso, escojo la segunda. Sí, mírame, me estoy cayendo y no toco todavía tierra firme. Soy capaz de entrever todo lo que pasa a mi alrededor, sé quiénes son conscientes de mi caída y quiénes salen perjudicados. Pero no puedo parar, no tengo nada donde agarrarme para frenar todo esto. Me precipito al vacío, solo estamos yo y un todo negro.

jueves, 1 de diciembre de 2011

Afuera se forman charcos.

Llueve a cántaros, y no me gusta la lluvia. Sin embargo me relaja el repiqueteo de las gotitas en el cristal de la ventana. Podría pasarme horas así, escuchando el leve "clop-clop" que no cesa, con los ojos cerrados, recostada sobre la pared. Porque a veces, el silencio, dice mucho más que las palabras.