A pulso y boli bic




lunes, 31 de octubre de 2011

A la mierda.

Llega un momento que explotas, que tienes miedo, que lloras, que gritas, que te sientes sola. Un momento donde no puedes más, donde agonizas, donde se tuercen las cosas. Ese momento es ahora, mi ahora, mi momento. Pero una vez leí por ahí, que la gente llora no porque sea débil, sino porque lleva mucho tiempo siendo fuerte.


viernes, 28 de octubre de 2011

Madurar son palabras mayores.

No siempre las cosas van mal, pero tampoco van siempre bien. Hay momentos para todo y momentos de todo tipo, y este no es precisamente un momento para dar saltos. Me sorprende como muchas veces hacemos un problema de un granito de arena, y de lo que nos lastimamos a nosotros mismos cuando empeoran las cosas. Me gusta buscar respuesta al por qué el ser humano se comporta así ante situaciones totalmente estúpidas, estoy de acuerdo en que no tiene lógica ninguna. Pero más allá de la razón, a veces el lado izquierdo del pecho nos indica muchas otras cosas. A veces es inevitable pasarlo mal cuando no hay motivos. Unas veces lo hacemos para tener la seguridad de que cuando escapemos de lo malo alguien echará a correr tras nosotros; otras, para llorar en hombro ajeno buscando un abrazo que lo solucione todo; y otras, otras quizá sea una excusa para no sentirnos culpables y así lavarnos las manos ante algo que queremos hacer y no queremos que nos acusen de culpables. No sé en este caso cual de las opciones debería escoger ni cual es la que me corresponde. Lo que sí que tengo claro, es que cuando pasa esto, lo que hay que hacer es arreglarlo, no quedarse sin saber que hacer. Aunque a veces, es mejor quedarse con la duda.

jueves, 27 de octubre de 2011

Aún estamos a tiempo de parar una explosión.

Deberías saber, por poco que me conozcas, que hay tres cosas clave que me caracterizan. La primera, que soy infantil, a si que no esperes de mí madurez ni sensatez. La segunda, que sé de sobra la diferencia que existe entre razón y corazón, y por lo tanto que estos dos nunca jamás se han entendido. Y por último, pero no por ello menos importante, que soy bipolar, puedo reír y al segundo llorar sin motivo alguno ni explicación existente. Así que, si sabes esto, deberías deducir que en este momento estoy en pleno debate "cabeza y corazón". Pero, siendo fiel a mis principios, mientras intento con toda mi alma apartarte de mi mente, por dentro algo grita "bésame, jodido hijo de puta".

martes, 25 de octubre de 2011

Llegan las nubes de tormenta.

Me saludan las gotitas de lluvia desde mi ventana formando siluetas tras el cristal. La calle está vacía y el viento mece las copas de los árboles. Ya es otoño, parece mentira que a veces el tiempo vuela, que ayer hacía sol, que estábamos tumbados en la arena viendo como se deshacían las nubes sobre nosotros. Llevo el pijama rojo y negro, el calentito, el que tanto me gusta, y calcetines de esos que nunca enseñamos porque son horteras. Mírame, por favor, doy vergüenza. Y sin embargo me sonrío delante del espejo. He cambiado, al menos un poquito. Me siento algo mayor, igual hasta parezco un poco más madura. Es extraño, a mí me gusta verme como una niña pequeña. Una de esas que finge enfados tontos para llamar tu atención, que si te ríes te saca la lengua, que me cruzo de brazos y te doy la espalda disimulando una risita para hacerte rabiar. Sí, supongo estoy cambiada, pero al fin y al cabo, hay cosas que siempre siguen ahí. No puedo evitar sonreír. Una de ellas, es que me encanta mi sonrisa.

sábado, 22 de octubre de 2011

Be yourself.

- ¿Puedo saber tu nombre?
- Anónima.
- Anónima... ¿Es griego?

viernes, 21 de octubre de 2011

Bienvenido a la república de mis sentimientos.

Yo de pequeña soñaba que cuando me hiciera mayor conocería a un príncipe y tendría mi propio cuento de hadas, pero no fue así. Me quedé sin trono, sin castillo y sin corona, y entonces pensé que tarde o temprano, vendría un duque o un conde para reemplazarlo. Sin embargo, tampoco fue así y volví a tropezar de nuevo en mi mismo error. Ahora, después de tanto tiempo, entiendo que los príncipes no existen, que los cuentos se acaban, que los finales no siempre son felices. Por eso he decidido escribir yo misma mi historia, estoy cansada de que me la pinten. Porque prefiero equivocarme y corregir mis propios errores que caer en algo que nunca he pretendido, porque no me importa llenar mis páginas de tachones mientras que sean míos. Y en mi historia todos esos que un día se fueron, aparecen. Aparecen otra vez con sus palacios, con sus promesas. Pero esta vez no, esta vez no. He corregido mi falta con el Bic rojo y ya no se acercan, no dejo que lo hagan. Porque por una vez, supongo que hay algo que me frena.

jueves, 20 de octubre de 2011

No tienen por qué repelerse los polos con la misma carga.

Que por un momento se esfume el mundo. Ponte los cascos, escucha la canción de tu vida o tu canción del momento. Sube el volumen al máximo o déjalo al mínimo. Aparta cualquier cosa que se te pase por la cabeza, que la mente quede en blanco. Escucha cada nota, cada acorde, entiende sin entender y a la vez comprendiendo cada verso. Cierra los ojos, venga, disfruta de la sensación. Evade cualquier detalle intruso. Si, así es, por un momento existe solo tú. Y cuando acabe la canción, cuando el segundero se quede a cero, despierta de nuevo, y te darás cuenta de que no has estado sola. Siempre habrá alguien en ese mismo instante, experimentando ese hormigueo, dando rienda suelta a sus sueños. Porque a pesar de todo nunca estamos solos, siempre hay alguien igual, semejante, alguien capaz de entenderte, alguien con el que te sientes a gusto en todo momento, una media naranja u otra naranja entera. Y, aunque a veces esté muy lejos, otras está mucho más cerca de lo que pensamos.

jueves, 13 de octubre de 2011

Cerramos la puerta con llave y dejamos encerrado al que necesita salir.

Puedes escribir cosas preciosas el amor, sobre lo que sientes hacia otra persona y sobre el dolor que causa un corazón roto. Pero, si quieres mi opinión, escribir sobre el amor es lo más fácil que hay. Por eso es menos la gente que habla sobre el dolor de una pérdida, sobre las guerras, sobre el cáncer, sobre la contaminación o sobre el terrorismo, porque es más difícil expresar la sensación que te causa eso.
Hoy ha sido un día normal, monótono. Sin embargo hoy me he sentido mal, y no ha sido porque me ha rechazado un chico ni porque me ha pasado algo con mi novio. Me he sentido mal porque hoy he sentido el dolor de otra persona. No es la primera vez, en abolsuto, pero no obstante hoy es la primera que de verdad he podido saber lo que en ese momento debería estar experimentando. Dime, ¿cómo te sentirías si de repente te vieras solo ante una multitud que no conoces? ¿Cómo reaccionarías? Imagina que estás en el medio de todos, mientras te gritan, mientras se ríen, mientras se enfadan y te abuchean, te critican y patalean. Imagina que cuestionan lo que sabes por simplemente enseñarlo de forma distinta a los demás. ¿Cómo te sientes? No hace falta que lo digas, ya sé la respuesta, y cualquiera podría adivinarla. Te sientes una puta mierda. No tiene otra definición. Sientes que no vales nada, un fracaso, te sientes humillado. Tienes ganas de salir corriendo y escapar aunque sabes que no puedes. Entonces, cuando llegas a casa, seguro que te quitas la chaqueta y te encierras, y procuras olvidar aunque no das, le dices a tu madre que todo ha ido bien y que mañana es otro día, y no sé si lloras porque llorar es algo demasiado íntimo que depende de la persona. Pues eso he visto hoy. Y no me ha causado la menor satisfacción. Pero lo peor de todo, es que a veces estamos tan encerrados en nosotros mismos que no somos capaces de advertir el dolor de los demás.

martes, 11 de octubre de 2011

El nombre de la rosa.

De todos los rostros del pasado que se me aparecen, aquel que veo con más claridad es el de la muchacha con la que nunca he dejado de soñar a lo largo de todos estos años. Ella fue el único amor terrenal de mi vida, aunque jamás supe ni sabré su nombre.

lunes, 10 de octubre de 2011

Nuestras lenguas saben a champán, adormiladas, perdidas, borrachas, anestesiadas.

Me gusta que cuando hace frío por la mañana, me abraces por la espalda y metas la mano en el bolsillo de la sudadera. Me gusta que después me piques, me ría y me hagas cosquillas para hacerme rabiar. Me gusta eso de callarnos con un beso, y que ese beso termine y empiece otro más. Me gusta perderme contigo por calles en las que nunca había estado o negarme a subir cuestas interminables y acabar en algún lugar desconocido. Te echo de menos, echo de menos tus labios, y todo lo que va con ellos. Cuento los días para que vuelvas. Ah sí, que me olvidaba, te quiero.

Gotitas de mar en los labios.

Supongo que a lo largo de mi vida siempre se me han planteado dos caminos. No es que uno sea bueno y el otro malo, para nada.El primero hasta ahora ha sido el más largo, fue el que tomé de hace dos años a aquí. Fue ahí donde me tropecé contigo y te conocí, donde me hiciste feliz, donde los dos la cagamos. Fue en ese donde me perdí y durante tanto tiempo estuve buscando otra vez la salida. Fue en ese donde después de volver a tomar rumbo volviste a aparecer, y ahí lo de desviarme de nuevo fue cosa mía. Porque no se puede cometer el mismo error dos veces, la segunda vez que lo haces, ya no es un error, sino una opción. El segundo camino, por el contrario, es el que encontré hace cosa de días, semanas, tal vez algún mes. Lo cogí al darme cuenta de que el otro no me llevaba a ninguna parte, o tal vez "ninguna parte" no estuviera a mi alcance. Ahora, en este instante, sigo rumbo a donde no me está permitido saber. No sé si voy bien o mal, no sé si volveré a tropezar y caer. Pero ahora no es momento de preocuparme, ya tendré tiempo de hacerlo. Ahora no. Voy a disfrutar, llevo el viento a mi favor, de momento piso sobre tierra firme. Cada día que pasa descubro algo nuevo, experimento una nueva emoción, encuentro alguna que otra sensación.Y te aseguro, que no te quepa duda de ello, que no hay nada mejor que saborear la felicidad de mil formas diferentes.



domingo, 9 de octubre de 2011

Autocontrol.

No dependas de nadie. Nunca. Aprende a vivir como un gato, a tu ritmo, no hagas caso de todas las caricias que te ofrezca la gente, sino selecciona aquellas que más soplen a tu favor. Que no suene arrogante esto, por dios, no pretendo serlo. Pero si haces que alguien sea tu todo, cuando se vaya te quedarás sin nada.

sábado, 8 de octubre de 2011

Como un payaso que grita "Alegría".

Si le das a un niño pequeño un caramelo, el niño te regalará una sonrisa. Si le lanzas un palo a un perro, moverá la cola y echará a correr para traértelo. Si ayudas a cruzar a un señor mayor la calle, probablemente te lo agradezca con algún céntimo. Si vas a un concierto de tu artista favorito, te emocionarán sus canciones. No es difícil hacer feliz a alguien, es más complicado que hacerle llorar, tal vez, pero no es difícil. No es complicado estrechar la mano, dar un abrazo, callar con un beso, decir un tequiero. Felicidad en estado puro, brutal, genial, una sensación única. Creo que muchos pagaríamos por sentirla. A mí esta vez no me ha hecho falta hacerlo, esta vez ha venido sola. Esta vez, todo está perfecto.

jueves, 6 de octubre de 2011

Mucho caos para un todo demasiado simple.

Para muchos el único objetivo en esta vida es llegar a lo más alto. Otros buscan el amor verdadero, el empleo perfecto, convertirse en la persona más rica del mundo o alcanzar la vida eterna. La gran mayoría de la gente esconde los pequeños placeres que se convierten en grandes cosas, por miedo a que alguien se las robe. Es extraño, ¿no? Tienes un tesoro y lo ocultas, cuando el mundo entero podría sonreír a costa tuya. Muy egoísta por tu parte. Sinceramente, y creo que no me equivoco, si nos parásemos a analizar la forma de actuar de cualquier ser humano escogido al azar, nos encontraríamos ante un acertijo realmente enigmático y caótico. Pero también creo, y pienso en esto que tampoco me equivoco, que detrás de todo ese caos se esconde algo demasiado sencillo que cualquier reto a adivinar. Porque sin lugar a dudas, a la mayoría de las personas existentes en este mundo se las reduce con un solo término: amor.

miércoles, 5 de octubre de 2011

3'10.

¡Buenos días mundo! Son las siete y veintiún minutos de la mañana, hace un día precioso aunque todavía no ha salido el sol. No me he levantado con el pie izquierdo, sino que he saltado de la cama. A primera ética, luego gimnasia, más tarde inglés. Llegar a casa, comer, hacer los deberes. Sigo sin ordenador, incomunicada, bueno, ya no. Me duelen las uñas de tanto morderlas, me ha picado un mosquito en el pie. Me llamas, me llamo, el teléfono suena, estoy que no paro, me pongo a estudiar, me estoy aplicando. ¡Hey! Venga, ¿a qué esperas? ¡Sonríe! No, que va, no me afectan esas cosas de la hiperactividad, que va. Lo que ocurre es que tengo ganas de reír a carcajadas, de saltar, de gritar, de correr, de pintar mi nombre en la pared, de lanzarme a tus brazos y besarte. Sí, besarte. Puedo asegurar que es lo único que quiero hacer.