A pulso y boli bic




martes, 26 de julio de 2011

Juguemos con delfines.

La playa. Siempre he mantenido que me disgusta el mar. Pero en ocasiones a todos nos apetece saltar las olas. Sí, cosas de niños. Me gusta que la espuma del agua me haga cosquillas en los dedos de los pies mientras camino por la arena húmeda de la orilla. Oh, hay un velero al fondo. Me gusta imaginar lo que hacen los tripulantes mientras yo los observo sin éxito a escondidas. Los niños se bañan detrás mía, una pareja juega con palas a la izquierda; y, oh, vaya, un perro corre detrás del freesbee que ha lanzado su amo. Ahora que lo recuerdo... sí, un día le dije a alguien que odiaba bañarme en el mar, que el agua estaba salada y que la arena era insoportable. Pero hoy es otro día. Estoy dentro, con las olas jugueteando en mi barriga en un vaivén infinito, mojando de vez en cuando las puntas de mi pelo. Y me zambullo de repente, cierro los ojos, la mente en blanco. Frío. Mucho frío.

No hay comentarios:

Publicar un comentario