A pulso y boli bic




domingo, 4 de marzo de 2012

Cosas que se esconden más allá de lo superficial.

Defino mi mente como un bosque. Sí, un bosque. Es amplia, en algunas partes es como si hubiese un camino definido y los árboles estuvieran perfectamente alineados abriendo paso a la senda, y en ellos se guardasen cada uno de mis pensamientos y mis recuerdos. En otras zonas no, sino que es todo lo contrario, todo se enmaraña y no hay claro que deje entrever una salida. En esta última es donde se juntan todos los miedos, las dudas, los nervios y los malos ratos; mientras que en la primera se agrupa todo aquello bueno que nos gusta recordar. Por supuesto todo lo bueno tapa a lo malo, sería un poco tonto llevarlo al fondo para no poder sacarlo cuando nos haga falta una sonrisa. Sin embargo tu mente es totalmente diferente a la mía a mi modo de ver. Tu mente es un castillo. Sí, un castillo inmenso, de hielo o de cristal. Si tu quieres puedes hacerla totalmente tuya sin que nadie sea capaz de advertir lo que estás pensando en un momento dado, como si hubiera una barrera infranqueable que la separase de todo lo demás; algo que para mí sería imposible dado que basta con mirarme para que alguna emoción aflore de mis ojos. Los corredores de tu castillo son largos y están llenos de puertas, secciones de tu vida, perfectamente clasificadas, alineando tus vivencias, tu modo de pensar y tus recuerdos; todo en un orden impoluto. Yo nunca he entrado ahí dentro, o eso creo. De cualquier modo a veces no es tan complicado saber lo que estás pensando o como te sientes. Tal vez yo no sea una profesional en la materia y no siempre acierte ni sepa en todo momento qué pasa por tu cabeza, pero no, no siempre ese hielo está totalmente pulido. Es inevitable que a veces se derrita un tanto, y para mí eso no es malo en absoluto. Estoy segura de que muchas de esas puertas están cerradas con llave, como muchos de mis árboles están fuera del alcance de cualquiera y no hay camino que lleve hasta ellos. Pero, ¿sabes? Hay algo de lo que estoy segura. Alguna de esas puertas de tu castillo lleva mi nombre, como en mi bosque también hay un sitio para ti. Puede que tras ellas se escondan cosas que conozco o que desconozco, recuerdos, momentos, no sé muy bien lo qué, pero sí, estoy segura de que yo ando por alguna parte de tu mente, por muy compleja que pueda llegar a ser. Y yo, mientras tenga claro eso, tengo claro que me perderé por tus pupilas; tal vez intentando salvar esa barrera que te envuelve, tal vez intentando llenar esos corredores con un poquito de mi ser.


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