A pulso y boli bic




lunes, 14 de mayo de 2012

Somos polvo de estrellas.

Nos hacemos mayores y el mundo se hace viejo con nosotros. Dejamos atrás miradas ignorantes para pasar a las miradas de complicidad; dejamos de escondernos debajo de la cama cuando hay algo que nos inquieta. Nos aceleramos y a veces no somos capaces de frenar, llegan las responsabilidades, y esa vocecita llamada conciencia.Crecemos, y dejan de quedarnos pequeños los zapatos, cosa de la que nuestras madres se alegran. Aprendemos a reír, pero también a llorar, y a veces hacemos una montaña de un granito de arena. Nos despertamos con el despertador y no cuando llaman a la puerta con un "¡Despierta, que ya son las doce!" que muchas veces suena a histeria. También aprendemos a hacer tonterías y nos hacemos expertos en hacer gilipolleces, cometemos errores y ahí es cuando conocemos también a otra vocecita llamada orgullo. Poco a poco vamos perdiendo la inocencia, cayendo en eso que se llaman los siete pecados capitales, pero que a mí simplemente me parecen tentaciones de la vida, algo más que se nos plantea. Pero es que no es nada más que eso, la vida; esto es lo que llega y lo que se irá más pronto de lo que nos pensamos. Nunca he hecho caso de esa frase que dice  algo así como La vida es un ensayo de una obra que jamás se estrenará. Ahora mismo todos estamos en el escenario y el teatro está lleno de espectadores. Los hay de todo tipo. Hay gente que viene a ver la obra porque quiere vernos triunfar; otra no, otra quiere conducirnos directos al fracaso, y supongo que la otra entrará al espectáculo para curiosear. Tengo muy claro que mi vida ya está pasando, corriendo como un reloj de arena, que tardará más o menos tiempo en agotarse, pero me da igual. Siempre he tenido claro cómo he querido vivirla, y lo único que quiero es crecer sin ser mayor. No pienso dejar que se me escape lo que tengo amargándome mientras me devora una sociedad con la que muchas veces no estoy de acuerdo. Tampoco quiero marcharme de aquí siendo recordada, no me importa dejar huella, no creo que merezca hacerlo. Pero me iré de aquí cuando me vaya siendo lo que quiero, una niña. Siendo la niña que llevo siendo todo es tiempo. Es mi papel en mi teatro, y no tengo necesidad ninguna de actuar.


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